viernes, 1 de marzo de 2019

Reglas de oro, reglas de plomo

  J.A.Xesteira
Hay una regla de oro en novela, teatro, cine y, en general, en cualquier espectáculo artístico: nunca comiences el relato por arriba, hay que ir ascendiendo desde abajo hasta el gran golpe final, de lo contrario, si el principio es muy alto, subir hasta el gran final es más difícil. Tampoco es conveniente descubrir el asesino al principio, porque al espectador ya no le queda con que entretenerse. Claro que las reglas están para saltarlas y hay ejemplos en cine o literatura en donde se revela al comienzo lo que deberíamos descubrir al final. Pero eso sólo está reservado a los grandes genios; sólo si eres García Márquez puedes abrir la novela anunciando una muerte, y sólo si eres Billy Wilder puedes contar una historia desde el protagonista asesinado dentro de una piscina. Para el resto, es mejor comenzar por una sonrisa para acabar en una carcajada, y de eso sabían mucho Chaplin y Keaton. Pero, por lo que se ve, los políticos que están citados para el 28 de abril (San Prudencio, en el santoral católico) desconocen la regla del espectáculo, y salen a escena armando gran follón como jevimetaleros destroyer en la campaña electoral de nunca acabar. ¡Y nos quedan por delante dos meses!
Aún no bien dada la señal de que nos vemos en las urnas, y se disparó un mecanismo de centrifugado. Todo el mundo al extranjero; los del PP que habían ido unos días antes a que los echaran de Venezuela, volvieron de nuevo pero por la parte del festival de música de Colombia, un país que era enemigo de los USA pero que ahora es amigo; la nueva esperanza de los Ciudadanos, Inés Arrimadas salió un cuarto de hora para que le hicieran una foto en Waterloo; y Pedro Sánchez se fue a homenajear a la República Española en el sur de Francia, con flores para Azaña, Machado y los refugiados de las playas de Argelés (¿o eran inmigrantes?). Mientras, dentro, el nivel escenográfico es altísimo, con declaraciones sorpresivas y muchas mentiras. Casado dice que los funcionarios están mal acostumbrados, y que hay que pagarle más a los que se porten bien, evaluar al funcionariado; pero no dice quien evaluará, aunque sospecho que serán mejor tratados “los nuestros”. Toda una declaración de intenciones que no creo que haga muy feliz al funcionariado, a fin de cuentas, los funcionarios son fijos, y Casado es eventual. Dicen mentiras por la cara y se las pescan al segundo (a lo mejor era solo ignorancia atrevida; Casado afirma en entrevista estrella que no hay países con partidos independentistas, y podríamos señalarse unos cuantos en Europa: flamencos y escoceses, por ejemplo y referéndum) Mientras, se hablan de líneas rojas y de que nunca pactaremos con los que después a lo mejor vamos a tener que pactar, y se inventan nuevos conceptos políticos, como el “cordón sanitario” (al principio entendí “condón”, lo cual me parecía algo más lógico por las prevenciones en los pactos, pero después ya vi que no) Mientras cae el telón legislativo los acontecimientos se precipitan, se aprueban en decretos de última hora cosas que dieron vueltas parlamentarias sin aprobación; y se cierran comisiones parlamentarias con los resultados habituales: nunca han servido para nada más que para cobrar alguna dieta. Desde aquí hasta dentro de dos meses veremos cosas nunca vistas, oiremos voces de otros mundos y contemplaremos un espectáculo de luz y sonido como no soñamos, tal y como se supone después de este arranque desquiciado. Los candidatos y sus seguidores no pararán y se gastarán una pasta gansa que nunca sabremos de donde salió. Y después votaremos lo que votaremos y saldrá lo que salga. En esa fase de la película, a lo mejor ya nos fuimos de la sala o estamos dormidos. Nos echará el acomodador.
La otra pelicula, la del mundo, no está mejor. Aquí ya saben quien es el malo, el feo y el bueno. En esa película de serie B que es Venezuela los papeles ya estaban repartidos hace tiempo, ya había director, productor y el canal de televisión que se ha quedado con los derechos. En “lo de Venezuela” todo el mundo mete cuchara, todo el mundo opina y se está produciendo el mayor número de mentiras por segundo en todos los Medios del mundo, y el final, aunque impredecible, si puede acabar como el rosario de la aurora, porque, como buena serie de televisión, los guionistas van modificando el guión según los índices de audiencia. Hay un malo oficial, Maduro, hay un héroe oficial, Guaidó, y hay un ejército de señores de la guerra por los distintos reinos del juego de tronos. Y al fondo, como desde un Olimpo, Donald Trump.
“Lo de Venezuela” era un asunto anunciado; el tan socorrido –y poco leído por quien debiera leer algo más que los tuiters– profesor De Sousa, en su libro publicado el año pasado, anunciaba que el petróleo era el origen de las guerras orquestadas por EEUU (Siria y Libia) y anunciaba que lo siguiente sería Venezuela. En ese joropo venezolano, por si no se acuerdan, la cosa fue así: primero, las oligarquías caraqueñas, que son las que sostienen el import-export del país, cierran los suministros de consumo; USA los apoya y bloquea los bienes de consumo habituales, comida y cuentas del petróleo; después se coloca como autopresidente, una figura antidemocrática en cualquier lugar del mundo, al presidente del parlamento; unos cuantos países lo aceptan por indicación de USA, y esa situación, antidemocrática e ilegal se asume por gran parte de los dirigentes mundiales como “normal”. ¿Qué pasaría si 50 países del mundo dijera que no le gusta el presidente de Holanda o de Ruanda Burundi?
Ese esperpento surrealista es la tónica. El mundo se ha vuelto marxista, de la facción Groucho (“Estos son mis principios y si no le gustan tengo otros”) Este es el presidente, pero si no le gusta, tengo otros, dicen los siervos de USA. Este es el referéndum, y si no le gusta, hago otro, hasta que salga lo que queremos, diría Theresa May. Esta es la democracia, y si no le gusta, tengo otra.

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