viernes, 22 de febrero de 2019

Una vez, un país

J.A.Xesteira
Un cuento. Érase una vez Un País. Era un país como otro cualquiera, pero sus habitantes, también llamados ciudadanos, creían que eran mejores que los de los otros paises, más divertidos, más felices, más guapos, más…, mejores. En realidad, los habitantes de los otros países pensaban lo mismo. Este Un País vivía fuera de la ley de la gravedad y estaba sometido a la ley de la levedad del ser y del estar; sus habitantes, también llamados ciudadanos, se dividían en dos grupos, uno pequeño, que acumulaba gran cantidad de dinero, y otro muy grande que se repartía el resto, por eso su existencia era leve; en cualquier momento caían en agujeros llamados Paro Obrero, Expediente de Regulación Empresarial, Desahucio o un fenómeno conocido como No-LLego-A-Fin-De-Mes. Pese a todo, los habitantes, también llamados sobrevivientes (la parte más leve de la sociedad) también se creían que eran los mejores del mundo y que vivían en un mundo feliz; de verdad eran felices y hacían fiestas en las que consumían grandes cantidades de comidas y bebidas. En Un País había otros países más pequeños, llamados Autonomías, que tenían unas cualidades diferenciales que llamaban Peculiaridades: cocinaban el cerdo de forma distinta, los de la costa comían marisco y los del interior, corderos asados, bebían vinos distintos, eran gobernados por personajes distintos (que a su vez eran gobernados por el Más Distinto de Todos) y, sobre todo, hablaban lenguas distintas en cada Autonomía pero tenían una lengua común denominadora llamada Castellano y tratataban todos de hablar inglés, debido a alguna tara social dificil de entender (el inglés que hablaban los habitantes de Un País era un puro chapurreo; el castellano que hablaban tampoco era nada del otro viernes, lo que hablaban bien eran las lenguas de los países variados).
Este Un País tenía gobierno independiente, llamado Estado, pero pertenecía a un supragobierno continental, al que llamaban UE, que en el metalenguaje internacional significaba: lugar donde hacer negocios al tiempo que se hace creer a los países y a sus habitantes de que lo que hacen es una política común. Era un simple mercado disfrazado de supergobierno superlegislador. Para pertenecer a UE había que cumplir una condición: vivir en un  sistema de Democracia. Esto era una cosa antigua, de los tiempos de los griegos, que consistía, simplificando, en que los habitantes, aquí llamados electores, elegían a los que les gobernarían durante un tiempo: la mayoría (gobernada) elegía a la minoría (gobernante). Pero en la UE sólo bastaba con decir: somos demócratas, y ya está. En los tiempos de este cuento, la democracia no era más que una marca registrada; los países de la UE podían ser cualquier cosa, y sus gobiernos tambíen, inclúida la posibilidad de ser una cosa antigua llamada Fascismo, que también se disfrazaba con nombres distintos. Por lo demás, en la UE, los que mandaban eran unas bandas ocultas llamadas Lobbies Feroces, que hacían valer un derecho no escrito, el Derecho de Mangoneo. En Un País también la democracia ocultaba a otros Lobbies Feroces que también ejercían ese derecho. En todas partes se firmaban leyes para todo pero después se cumplían o no según el momento y la circunstancia.
Sucedió que en Un País, una parte de él, una de esas Peculiaridades, decidió que no quería arrejuntarse más y que quería ir por libre, y los gobernantes de Un País, apoyados en las leyes llamadas Constituyentes, metieron en la cárcel a los peculiares que querían ir por libre. Y se montó un lío teatral, y en una especie de juego de las sillas, al dar la vuelta, el gobernante Más Distinto de Todos, se quedó sin silla y se la quitó otro Más Distinto. Y el resto de los políticos, llamados La Oposición, se opusieron. Y al final todo acabó en unas nuevas elecciones, que son como un concurso, una primitiva lotería en la que juegan todos los habitantes, aquí llamados votantes, para decidir quien será el próximo gobernante Más Distinto de Todos. No tiene mayor trascendencia, suele suceder cada cierto tiempo y con este juego de azares y fortunas se le da a los habitantes, aquí llamados partidarios, la ilusión de que con meter un papel en una caja consiguen cambiar los gobiernos. En realidad sólo deciden entre tres o cuatro personas que previamente fueron colocados al frente de unas peñas políticas llamadas Partidos para que los Lobbies tengan un interlocutor con quien negociar.
En este Un País se da la circunstancia de que hay que elegir representantes para la UE, y, para aprovechar el viaje, se eligen a los Distintos de las Autonomías Peculiares y a los Jefes de Tribu de los llamados Concellos-Ayuntamientos. Pero antes hay que elegir al próximo Más Distinto de Todos. Todo este movimiento lleva consigo grandes gastos de los Partidos, que nadie sabe de donde sacan el dinero. Todo está en campaña electoral en Un País. Los candidados a SuperDistinto, cuatro, se atacan entre sí y anuncian que si ganan no pactarán con Esos (los otros), pero saben que después tendrán que pactar con los Cualquieras, como ya hicieron sus antepasados (el distinto Aznar pactó con los independentistas catalanes para ser presidente, el distinto Felipe González, también pactó con los independentistas catalanes). Es una norma no escrita en Un País, que una cosa es la pelea de discoteca y otra cosa es la resaca del día siguiente.
Los llamados Candidatos, que son los que van a pactar con cualquier cosa dentro de unas semanas, son todos parecidos, jóvenes, obvios, vulgares, con muchas promesas pero sin ningún contenido que las avale. Pero, sobre todo, son candidatos modernos, sin sustancia que pueda provocar rechazos e intolerancias, son candidatos sin gluten, sin azúcares añadidos, sin cafeina, sin lactosa, sin grasa, sin conservantes ni colorantes, tal y como le interesa al Sistema Control. En los Viejos Tiempos las tribus eran gobernadas por los ancianos, que tenían la sabiduría de los tiempos; en estos Nuevos Tiempos parece que van a mandar los reclutas novatos. Por eso este cuento no acaba con un colorín colorado, sino que es un cuento de nunca acabar en Un País imaginario.

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