viernes, 3 de febrero de 2017

Todo programado (para peor)

J.A.Xesteira
Todo transcurre según lo previsto, quizás un poco acelerado, pero según el programa de mano que nos repartieron al comenzar el año. No hacía falta ser un gran adivino para saber que todas las maldades prometidas iban a ser  puestas en práctica; el actual sistema capitalista, en el que estamos todos inmersos, incluso los que dicen luchar contra el sistema –por cierto, usan las herramientas que el propio sistema les deja, entiéndase, los maquinillos y redes sociales de última generación, a precios de lujo– ya no tiene que ocultar sus intenciones y disfrazarse de lagarterana para dar otra vuelta de tuerca al garrote vil en el que nos tiene metido el pescuezo. Estaba previsto que todo subiera y los precios nos golpearan directamente en la entrepierna, pues previsto y hecho; no hubo que esperar ni a pasar la cuesta de enero; los precios subieron incluso en las rebajas, y las eléctricas, que fueron los corsarios con patente estatal subieron los precios mientras el Gobierno anunciaba lluvias (para compensar, el Grupo Eléctrico acogió en su seno al ex director de la Guardia Civil, sin mérito conocido al respecto, enviado por el Gobierno, que siempre premia a los que suyos, quizás como energía verde dentro del sistema energético) Queda mucho por subir, pero todo está previsto. Para demostrarlo, ya ha subido la inflación, con lo cual, el aumento de mi pensión, que me llegaba para un café cortado al mes ya sólo me llega para una piruleta. Comienza febrero y ya veremos que toca.
Estaba previsto, aunque los politólogos de guardia no lo apreciaran, porque acaban por mimetizarse con los mismos problemas que tratan de explicar, que los partidos políticos se liaran entre ellos. Es una deriva natural de los tiempos; unos, por estar en el poder, y otros, por querer estar en el poder, acaban perdiendo de vista el objetivo principal, si es que alguna vez lo tuvieron, que era el gobernar para todos y hacer que este país sea un poco mejor que era cuando llegaron al poder. Sé que es mucho pedir, que sus capacidades –según  demuestran los hechos, contumaces– no pasan del nivel de alcalde pedáneo y que  la inmensa mayoría de los políticos incrustados en sus partidos, andan en constante tribulación, preocupados por salir en los periódicos en la zona de bonanza y no en la de imputados. Los partidos se revuelven y cuando revuelves un partido suele salir a flote la caca oculta. Todos tienen sus problemas; se lían a combatir contra sus rivales políticos y acaban peleándose entre ellos, porque todos han olvidado un principio básico, aquel que decía el personaje Pogo en sus historietas: “Hemos encontrado al enemigo, somos nosotros”.  Desde el PP, que encarna a la perfección su presidente, mirando al tendido con indiferencia, mientras sus enanos pegan un estirón, hasta el más –por el momento– tranquilo, que sería el Ciudadanos de Rivera, actualmente en el papel de espectador, viendo las peleas del resto. Podemos aparenta un combate ideológico, un ajuste dentro de la adolescencia política. Y, por último, el PSOE, enfrentado a sí mismo y a sus pecados. Todos tienen sus casas patas arriba y así va el país, según lo previsto por esas fuerzas ocultas que hacen que todo sea más caro, los puestos de trabajo una porquería mal pagada (lo acaba de decir la patronal con palabras más técnicas) y los ciudadanos, apampanados entretenidos con Trump, que es el lobo feroz que tenemos para distraernos. El mismo Felipe González considera que Trump es más importante que la situación del PSOE, y él debe saberlo mejor que nadie.
Y, sin embargo, Trump ya estaba previsto. Sus pasos no son ninguna sorpresa. Firma leyes contra todo lo que se mueve, a saber, el capital invasor, el enemigo exterior, todo lo de fuera, y se atrinchera en su Fuerte Apache esperando que los salve la Asociación Nacional del Rifle a toque de corneta. Trump defiende a los auténticos, a los américanos con la mano en el pecho, y si para ello hay que echar fuera a la fiscal general y a lo que haga falta, se echa. El mes de enero lo cerró con dos firmas resonantes, el Muro y los Inmigrantes. Estaba previsto y no sé por que se escandalizan las bravas gentes. Lo del muro es un gran negocio; piensen en la construcción y vigilancia de miles de kilómetros de desierto; apuesto a que el presidente y alguna empresa “amiga” ya hicieron cálculos. Lo de los inmigrantes es otra historia que ya le explotó en sus narices. Pensemos por un momento que el anterior presidente americano tiene nombre árabe (Barak Hussein) y que Estados Unidos es un país de inmigrantes (Trump es de origen alemán) y el mismísimo fundador de Apple era sirio, según se encargaron de recordarle al presidente naranja. Pero da lo mismo, no sólo estaba previsto todo, sino que a gran parte de los estadounidenses, les gusta lo que hace, no nos engañemos; y a gran parte de los europeos –y españoles entre ellos– , también.
La xenofobia camuflada de autarquía está en el origen de la doctrina Monroe: “América, para los americanos”. Fíjense que llama América a lo que en realidad son los Estados Unidos de América del Norte. Trump ya es el centro de las preocupaciones mundiales; los líderes europeos se alarman, porque el comercio (Europa es un mercado común disfrazado) se va a resentir. Pero la xenofobia de Trump ya consigue imitadores; el argentino Macri, un italiano de origen, también se apunta a la moda (lo de Argentina es de estudio psicológico social: un país construido sobre la nada por emigrantes). Y, con más o menos adhesiones, líderes políticos en danzas electorales aplauden al presi Donald. Y a lo mejor, ganan y siguen el plan previsto. Incluso en España, el Gobierno actual, por boca de su ministro de Exteriores, no dice ni que sí ni que no. En unas declaraciones hechas en un desayuno informativo (nuestros políticos son más de mesa con mantel que de mesa de trabajo) ha dicho que “defenderá nuestros principios (no vale el chiste groucho-marxista) pero sin pegar gritos”. En silencio, como está previsto.


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