viernes, 10 de febrero de 2017

Energía eb la cola del súper

J.A.Xesteira
Hace unos días, cuando la pertinaz sequía de andar por casa nos abatía, escuché una conversación de cola de súper que me interesó sobremanera. Debo aclarar que soy gran aficionado a las conversaciones de cola de súper, porque me informan mucho más de la vida real del país que todos los expertos que debaten en radios y teles; debo añadir también que soy uno de esos que siempre elegimos la cola equivocada, la más lenta, aunque delante tengamos sólo a una señora, porque seguro que esa señora es de las que, desempaquetado todo en la cinta exclama: “¡Ay, nena, véteme pasando esto, que se me olvidó el fairy!”, y acto seguido se va a por el fairy y me deja en la consabida larga espera. Pero las conversaciones de los/las colistas no tienen desperdicio y son señales claras de la opinión pública. La frase a la que me refiero la decía una señora cuando esperábamos que lloviera: “¡Xa facía falta que chovera, porque co que me cobraron do recibo da luz, xa viña ben que chovera para que baixara!” La desinformación de la buena mujer, que culpaba a la lluvia del latigazo de las compañías electricas a los desinformados ciudadanos, hay que meterla en ese contexto en el que una tropa de políticos desinforman a los ciudadanos de la cola (del súper o del paro) con argumentos que ni ellos mismos entienden; saben que la luz sube porque las compañías la suben y eso está más allá de sus conocimientos; la desinformación de los gobernantes se suma a la desinformación, mala información o simplemente ocultación desinformativa de los medios de comunicación, que manejan a menudo conceptos que ni entienden ni les pagan para que los entiendan. Las compañías de energía pertenecen a ese mundo de corporaciones ante el que los políticos se muestran como simples agentes ejecutivos y ejecutores, seguramente porque saben que su futuro, una vez desalojados de sus puestos, para los que fueron elegidos por voto o a dedo, está en sus consejos de administración, simples senados con sueldo fijo y nula capacidad de decisión. Hablan de las puertas giratorias y aparentemente se escandalizan por ese trasvase de gracias por servicios prestados. Es sorprendente que un mismo político elegido a dedo sirva lo mismo para dirigir un cuerpo de seguridad del Estado que para decidir sobre una empresa de energía. En este país todo el mundo parece estar especializado en todo; sólo los verdaderamente especializados no encuentran trabajo más que en la emigración selectiva.
La fe desinformada de la buena mujer y del resto de la ciudadanía, debería ser aclarada, informada e instruída debidamente. Convendría explicarles que de toda la energía de que nos abastecemos y pagamos, la mitad se produce con petróleo, los combustibles fósiles cubrieron el 77 por ciento de la energía consumida, y la nuclear, el 12 por ciento; las energía renovables (eólica, solar y geotérmica) sólo cubrieron el 11 por ciento de la energía consumida. Es decir, en la tierra del viento, del agua y del sol, producimos la energía con uranio y petróleo, que tenemos que comprar por ahí adelante. Se le podía informar a la mujer de la cola, para que lo contara a sus vecinas (y de paso a alguno de los que nos gobiernan) que gracias a la reforma del ministro Soria (cuyo único valor político reconocido fue su enorme parecido con el presidente Aznar) se perdieron 4.654 puestos de trabajo en el sector eólico; las empresas constructoras de aerogeneradores trabajan exclusivamente para la exportación y, paradójicamente, han creado unos 100.000 puestos de trabajo en el extranjero, al tiempo que enviaron a trabajar a la emigración eólica a 2.000 españoles. Según los informes de expertos (informe Deloitte) la producción eólica española supuso en 2015 el ahorro de 150 millones de toneladas de CO2, que equivale a unos 657 millones de euros. La instalación eólica en España está frenada, pero en  Portugal acaban de instalar el primer aerogenerador marino en una plataforma frente a Viana do Castelo, ahí mismo, como quien dice, y lo hace un consorcio americano y Repsol, con capital europeo (ojo a Portugal, que viene pegando fuerte, ya han aprobado el decreto de abaratamiento de la energía para familias en carencia; Portugal, por si no lo saben, tiene un gobierno de comunistas y socialistas, y en poco tiempo está absorbiendo las empresas españolas, que prefieren tratar con los izquierdosos portugueses antes que con los demócratas sin homolgación concreta españoles)
A las buenas gentes que hacen cola para la caja del super o la urna de las votaciones, se nos podía informar que la energía hidroeléctrica, que inauguró Franco en el No-Do, y que aprovecha el agua de todos para beneficio de empresas particulares, tendrá que pasar a manos públicas a partir de este año, porque los permisos de explotación van a vencer en cadena, y el Gobierno no da señales de vida inteligente al respecto. También las siete plantas nucleares se irán agotando en un plazo de 12 años y no se sabe que exista proyecto razonable alguno. Quizás el ministro de Energía podría informar al país y, al mismo tiempo a sus compañeros de gabinete, de manera clara para que lo entiendan los gobernantes y los que estamos esperando para pagar la compra.
Pero de toda esta desinformación, supongo que interesada (no hay masa más manejable que la masa desinformada e inculta, que es como masa gramada con la que puedes hacer cualquier cosa, un referéndum o una empanada de bacalao con pasas) lo que más me pasma es la fe en lo que dicen los gobernantes, esa creencia de la mujer en que sube la luz porque no llueve, sólo porque lo dijo el presidente del Gobierno, un tipo evidentemente ignaro en la materia (es de letras, pocas); pero más me pasma aún (y me asusta) pensar que realmente el presidente y muchos de los políticos que nos gobiernan o se oponen a los que nos gobiernan, crean en esa afirmación de sequía y factura eléctrica. Y, por encima, me acabo de dar cuenta de que se me olvidó coger el fairy.

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