viernes, 6 de enero de 2017

Futuro más caro y el cómic de Rubín

J.A.Xesteira
Dentro de unos días recibiré una carta, como todos los años por estas fechas, en la que el Gobierno se dirige personalmente a mí, lo cual es de agradecer. En este caso será (como el año pasado) la ministra Fátima Báñez, que me dirá que me han subido la pensión un 0,25 por ciento. Wikipedia define a la ministra Fátima como política, economísta y jurista, lo cual es cierto, dado que es miembro del Gobierno, aunque su único mérito y empleo haya sido el de licenciarse en Derecho y Económicas, como muchos licenciados que sobreviven como pueden con esos títulos (si hicieran como la ministra y se apuntaran a un partido importante no andarían de pringados). En la carta de la ministra, parecida a la del año pasado, me dirá un largo blablablá sobre lo mal que está la vida y lo bien que vamos a estar cuando acaben de poner en marcha todos los proyectos que les dejen esos izquierdosos y los socialistas liados entre sí. La ministra Báñez es rica por casa, gana una pasta gansa como ministra, y lo merece, porque es un cargo de mucho estrés.  Todos los ministros son así, ricos por casa y su trabajo en el Gobierno es altamente altruista, casi comparable al de los voluntarios que recogen alimentos. Están ahí por vocación, no por el dinero. Los pensionistas no nos estresamos como los ministros porque nos pasamos la vida en viajes del Imserso a Benidorm. Los políticos necesitan esos pequeños descansos, como hemos visto al presidente Rajoy caminar por tierras del Umia, con un extraño estilo modelo Monsieur Hulot, el personaje cinematgográfico de Jacques Tati.
A la espera del mensaje de Fátima ya me han llegado otras noticias. Una, en la gasolinera, me dice que el gasoil del año pasado ya tiene precios de este año; otra, en carta de la compañía eléctrica, que me dice que pago más en impuestos que en energía consumida, que es la misma que la del año pasado, pero más cara. También van a subir el gas y otras menudencias como el tabaco y los refrescos. Los expertos aseguran que el ciudadano medio (no los ministros, que son ciudadanos altos) perderemos poder adquisitivo, lo cual se lo podían ahorrar, cualquiera lo sabe sin ser experto. Y, además subirá el IBI, que es lo que antes llamábamos la Contribución. Y subirán, según vayamos para el verano, otras muchas cosas. La inflación subirá –dicen los expertos– pero otras cosas bajarán, como las previsiones económicas, determinados aspectos del impuesto sobre la renta y el impuesto de sociedades, cosas que no entendemos muy bien los que somos profanos en el asunto. Eso si, sabemos que al final los que vamos a pagar todo lo que se rompa y lo que no pensaban que iba a pasar seremos los mismos. A la fuerza y a escote.
Pero ya han subido el salario mínimo interprofesional, que es una cosa que vende y viste bien. La ministra Báñez lo presentó y la televisión española lo comparó con la subida de los portugueses y el resto de Europa. Claro que el salario mínimo es lo máximo que cobra una minoría de trabajadores (legales, los camuflados en empleos de diverso pelaje cobran lo que pueden) y que en los convenios colectivos todavía por firmar, el salario mínimo no influye para nada. Para compensar anuncian que en el año pasado bajó el paro y lo dicen con música de fondo de coros celestiales y violines. Pero si quitamos la música veremos que lo que bajó es el número de parados apuntados en las oficinas de empleo (un eufemismo inútil, como las propias oficinas), lo cual quiere decir que se emplearon muchos parados en trabajos de ocasión, más cerca del salario mínimo que del sueldo de ministro. Y que ese paro se mide después de las contrataciones de Navidad, que son empleo como de paje o reno, su trabajo acaba hoy.
Esta euforia para abrir el año se irá desinflando poco a poco, como cada año, según se acerque la primavera y según rueden los días. Sabemos de siempre que las cosas que dicen los ministros en particular y los políticos en general, no casan con la realidad. Será porque ellos viven en otro mundo y salen poco a la calle (hasta cuando caminan por tierras del Umia tienen que aguantar a una tropa de periodistas con micrófonos). El mundo real es cada vez más extraño, y en tiempos de crisis suben las ventas de coches. Cada vez que salgo a la carretera con mi coche baja-gama me adelantan esas marcas de alto estánding, de enormes ruedas y aptos para pistas forestales que nunca pisarán.
El año que comenzamos promete muchas sorpresas, casi todas con cabreo incorporado. A no ser que nuestra insensibilidad del “es-lo-que-hay” llegue a extremos de preocupación socio-mental. Mientras se arreglan los partidos políticos, unos buscando su propia identidad, otros remendándose y  otros echando por la borda a Trillo (un lastre pesado) para que suba el globo, los contribuyentes iremos pagando cada vez más por menos cosas. Todo va subir según lo previsto. Como decía mi tío, después de que le hubieran hecho una “analítica” (palabro erróneo de uso general), “Teño todo alto menos a pensión”. Pero nos seguirán diciendo que los datos económicos son excelentes, que vivimos en el mejor mundo de los posibles y que la vida sigue igual.
PS.- Llega mi hijo y me habla muy bien de Gran Hotel Abismo, el cómic de David Rubín y Marcos Prior. Hace tiempo que sostengo que la mejor literatura y el mejor arte se hace ahora en los cómic, donde están, además las semillas de todo el cine actual. Me cae de regalo el libro. Comienzo, y sólo en el prólogo hay más información que en todos los editoriales del mes de los grandes periódicos y –por descontado– que en todos los informativos de las televisiones. Y, además de plantear una tesis, cuenta una historia, algo olvidado en el periodismo actual. Es de papel, no de pantalla, y reflexiona sobre la realidad real, no la virtual. Importante.

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