domingo, 23 de junio de 2013

Cajas chinas y grandes remedios


Diario de Pontevedra. 21/06/2013 - J.A. Xesteira
Además de ser un instrumento musical de percusión, la caja china es esa estructura literaria que encierra una historia dentro de otra, como la caja que al abrirse tiene dentro otra igual más pequeña y otra, y otra... Es el día a día de las noticias de la vida: se abre un caso de corrupción que dentro lleva otro y otro; la vida está encerrada dentro de compartimentos que esconden la verdadera realidad del país. El Gobierno y el partido que lo sostiene se destapa cada día con una novedad presuntamente delictiva; la Monarquía, tan marinera, trata de tapar las vías de agua que aparecen todos los días; la oposición socialista se mimetiza sospechosamente con el Gobierno, para confusión de votantes y gentes del común, que no entienden donde está su derecha ni su izquierda; los políticos, en general, esconden su chata realidad detrás de palabras viejas, huecas y ya sabidas; la Iglesia Católica, la única institución que no sufrió un sólo recorte a sus prebendas mil millonarias del erario (sin justificación alguna) calla y espera que escampe. La base del futuro, de todos los futuros, que siempre han sido la Cultura y la Investigación, padecen la miseria de una sociedad secuestrada por el Capitalismo mundial, también conocido como los Mercados, que sólo podemos entender como una fuerza oculta y malvada sin llegar a comprender su funcionamiento ni la razón ni la aceptación de su poder. Acabamos de llegar al pasado y hay muestras evidentes; no sólo ya hay hambre y pobreza entre los niños españoles (los niños, que debieran ser el bien más preciado de toda sociedad) sino que la comunidad de Extremadura va a crear para remediar esa situación, nada menos que ¡una cartilla de racionamiento! (le van a llamar bono de supermercado). El mundo se ha vuelto del revés; los fiscales atacan a los jueces y defienden a los acusados (en el caso Blesa el fiscal acusa al juez de intromisión en la vida del acusado); los banqueros estafan, y ya hay sentencias al respecto que obligan a devolver dinero de preferentes a los estafados, pero no hay estafador que pague por ello y vaya a la cárcel (es el único delito con víctima y sin delincuente); la Europa maravillosa que festejamos hace años hoy sólo es una dictadura que nos dice que tenemos que vivir peor porque vivíamos por encima de nuestras posibilidades y ahora tienen que seguir viviendo unos privilegiados elegidos por encima de nuestras posibilidades. Además se sabe cuantos son: exactamente 144.600, el número de ricos que hay en este país, un 5,4 por ciento más (7.400) que el año pasado. Somos el único país en el que crecen tanto los ricos como los pobres mientras superamos los récords europeos de parados sin subsidio alguno. La ceremonia de la confusión es tal que le adjudican a la hija del rey unos cuantos solares y viviendas y después admiten que se confundieron los notarios, los registradores de la propiedad, Hacienda y el carné de identidad. Demasiada equivocación de la que nadie da explicaciones; demasiados equivocados en áreas sensibles que cobran sus buenas tasas por hacer documentos fidedignos. En este país sin pies ni cabeza, en el que cada día nos asomamos a una nueva caja china de los periódicos, con la incertidumbre de ver con qué nos van a sorprender cada día, con que nueva noticia nos van a encoger un poco más las tripas de las angustias, hay que hacer un llamamiento a los grandes remedios para estos grandes males. Hay que recortar, pero recortar de otra forma: drástica y por decapitación. Los grandes gastos de este país no están en los pequeños servicios sociales, mal pagados y de cobro lento, sino en los grandes sectores que absorben enormes cantidades de dinero sin beneficio claro para la sociedad. Lo primero es de tipo constitucional. No necesitamos dos cámaras de representantes, funcionamos perfectamente con una sola, como muchos países; así que, de un plumazo podemos eliminar el Senado, con lo cual nos ahorraremos una pasta gansa (el señor De Guindos nos dirá cuanto) y no se notará en el funcionamiento del Estado. Lo segundo, y dado su deterioro, sería eliminar la Monarquía, aunque al rey se le conceda una pensión regia. La podríamos sustituir por una república federal o como quieran, siempre y cuando no suponga cambiar la situación actual (presidente-monarca) por una estructura similar (presidente-primer ministro); una sola figura es suficiente y amortizamos un palacio, a elegir, Moncloa o Zarzuela. El Ejército, que en estos momentos atraviesa por una especie de suspensión de pagos y su situación es, en palabras autorizadas de sus responsables, insostenible, se suprime y ya está. Su función es meramente testimonial y su actuación es realmente exótica, en países como Mali o Afganistán, a los que siempre es más barato dejarlos tranquilos y a su bola (no sacamos nada en limpio de nuestra presencia en el extranjero). Hay países como Costa Rica que no tienen ejército y les va muy bien, y otros, como Suiza, que lo tienen de forma testimonial, y les va igual de bien. Podemos buscar una solución alternativa destinada solamente a absorber parte del desempleo. La iglesia católica, que disfruta de una posición privilegiada, recibiendo adelantos del dinero público que nunca devuelve y gozando de exenciones tributarias por la cara, tiene que financiarse sola, con las cuotas de los miles de fieles que dice que tiene. Y ya, finalmente, en estas propuestas drásticas, la más audaz: independencia de Galicia. En el momento de ser independientes, nos convertimos en un paraíso fiscal, como Luxemburgo, un país laico con el mayor producto interior bruto del mundo que no produce nada, simplemente recibe el dinero de todos los que quieren guardarlo en sus bancos donde su política fiscal es una eterna primavera. Nosotros, igual, además los que traigan sus capitales podrán peregrinar a Compostela y comer marisco. Si las propuestas les parecen una coña o una locura, es que no leen bien los periódicos. Las cosas que pasan en el país de las cajas chinas son mucho más locas, aunque las tomemos de coña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario