sábado, 11 de diciembre de 2010

Más allá de las noticias grandes

Diario de Pontevedra. 02/12/2010 - J.A. Xesteira
Hay semanas que vienen llenas como una nécora de la ría. Tal como esta. Asuntos terrenales que alcanzaron cotas casi celestiales. Cataluña, la crisis y sus empresarios, o la revelación de los papeles secretos de Wikileaks son cosas bastante mundanas, que, sin embargo alcanzan importancia superior, no sólo por la incidencia en los ciudadanos de ahora mismo, sino en el futuro cambiante que puede (y debe) variar a consecuencia de lo que pasa ahora mismo. Más allá del partido de la máxima rivalidad, jugado en Barcelona, y que ganó Artur Mas, un tipo que transmite mensajes claros y concretos (otra cosa es lo que vaya a hacer como presidente de su país, que eso ya entra en el futuro de que hablamos); y también después de las elecciones democráticas entre el Barça y el Madrid, que acabaron como todos ya sabemos, hay cosas de mucha más trascendencia para todos, incluidos los catalanes que han votado a la derecha, como cabría esperar, aunque alguien piense que en este país se vota a la izquierda. En realidad, salvo excepciones de unos cuantos tercos y recalcitrantes, siempre se vota a la derecha, aunque para ello sirva cualquier opción electoral: la intención es que el partido que voto me solucione la vida, un deseo normal en cada ciudadano, que se puede aplicar a cualquier receta política. Otra cosa es que nos pidan hacer algo por nuestro país, que ese es otro cantar. Más allá de eso hay cosas de menor calado, pero de mayor importancia. Y más allá de la crisis de los delincuentes en estado etéreo, los comerciantes sin rostro, los especuladores invisibles, los evaporadores de dineros que no son suyos, en la certeza de que lo que pierdan en el riesgo lo sacarán del Estado..., más allá de todo esto, el presidente del Gobierno se reunió con los treinta y tantos (cuarenta sería una cifra de Alí Babá, y se prestaría al chiste fácil) mayores empresarios del país para explicarse y pedirle el favor de que le echen una mano en el mundo de los negocios. Lo cual demuestra que los gobiernos confían más en los negociantes que en el pueblo, esa entelequia a la que cada vez acuden menos los políticos. Los grandes empresarios le dijeron que sí, que de acuerdo, pero que tenía el Gobierno que darles facilidades de maniobra a las empresas y a los bancos que las poseen. Si tenemos en cuenta que en este país el empleo se genera en dos frentes, el público y el privado, y que sólo el público ha generado empleo, cabe suponer que el privado, pese a que el mes pasado aumentó su producción y beneficios, es el principal productor europeo de parados, y si pide más facilidades, sólo cabe confiar en la Divina Providencia, que es algo que no es muy de fiar, porque siempre está a favor de la Banca. Más allá de esas noticias, hay, como digo, asuntos de mayor trascendencia. Y aún más allá del descubrimiento de Wikileaks sobre los asuntos secretos del Pentágono, la CIA y la Secretaría de Estado de los USA, hay cosas importantes. No cabe duda de que destapar los trapos sucios de los Estados Unidos de América y su percepción del mundo es algo importante, aunque de relativa trascendencia. En realidad, no se dice nada que no se supiera, aunque no se pudiera demostrar; todo ese ir y venir de papeles informando de que los presidentes son así o asá, no es nada más que un cotilleo de comadres. Los grandes descubrimientos de los canales secretos, en realidad sólo vienen a confirmar algo que ya suponemos, que los que rigen los destinos del mundo son una mezcla de botarates peligrosos, sinvergüenzas rayando en el cinismo, asesinos impunes y gentes con más peligro que un mono con navaja barbera. Sabemos también quienes son los que pueden incomodar a los servicios secretos americanos y quienes les pueden complacer más. No es ningún secreto. Lo novedoso es que todo esto salga a la luz y demuestre que no hay nada que se pueda ocultar para siempre. Por lo demás, la revelación de estas informaciones secretas pone de manifiesto dos cosas: que los servicios secretos y las embajadas son como un programa de marujeo peligroso, y que las decisiones mundiales se basan en estas informaciones, lo cual es un peligro con el que ya nos hemos acostumbrado a vivir en la era atómica. Pues más allá de todas esas cosas, hay un hecho que creo más importante, por cuanto se refiere a una cosa tan prosaica como un globo de látex llamado condón y a una cosa tan poco terrena como es el representante del Dios de los católicos en la Tierra. Las declaraciones del Papa en un best-seller de entrevistas admitiendo el uso del preservativo para las relaciones con prostitutas es un rizo rizado en una vieja polémica. Admite como caso particular la prevención en el sexo de pago, lo cual nos muestra una vez más a un Papa peculiar, que nunca se sabe por donde puede salir. El tema tabú del condón, que tanta tontería ha hecho decir a ilustres prelados y allegados (incluidos “eminentes científicos” que niegan que la goma sirva para paliar el sida) despierta grandes pasiones (no hagan chistes) Y, fíjense, por una cosa tan simple y corriente, que se puede comprar incluso en una maquinita de retrete público. Benedicto sale en su libro diciendo perlas curiosas, algunas interesantes y otras, menos. Pero en todas, deja a muchos obispos españoles, siempre más papistas que Pedro, con el pie cambiado. Y por eso ya se apresuraron a salir al paso. Unos, como el jefe episcopal, Rouco, callaron y dejaron pasar la pregunta; otros, como el portavoz de los obispos, sale a explicar que no se le entendió bien lo que quiso decir el Papa y que el condón es inmoral (y, además, no es biodegradable) Como ven, son temas mucho más importantes, aunque muy viejos. No en vano, la Iglesia se asienta no sobre lo que dicen los Evangelios, sino lo que los obispos afirman que dicen los Evangelios. Así, en Mateo 21:28 Cristo afirma que muchas putas pasarán antes que los sacerdotes del templo por la puerta del cielo. El Evangelio no dice nada del condón.

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