martes, 22 de noviembre de 2016

Pendientes de las pensiones

J.A.Xesteira
Desde hace años vengo contemplando junto a muchos de mis colegas el acelerado deterioro de los Medios (prensa, radio y televisión, con el añadido de las redes sociales, todavía en un sinvivir existencial como medio) en sus tres dimensiones básicas que les dan su razón de ser: informar, formar y entretener. Hace unos días hubo un bombardeo no exento de hipocresía, a causa de la venta de un piso protegido por un concejal madrileño; una noticia de tercera división que no merecería más de una columna a pie de página en condiciones normales. Tengo que admitir, por tanto, que no vivimos en condiciones normales, y los medios que atacan duramente a una noticia de tercera, deben ser los mismos que pasaron de puntillas como el lago de los cisnes sobre aquella venta de Ana Botella de 1.860 pisos sociales a un fondo buitre, con aparición en medio de su hijo, el pequeño Aznar (¿que habrá sido de aquella supuesta ilegalidad municipal?). Los que amamos para nuestro mal la profesión de periodistas asistimos a la manipulación (pagada, suponemos y sospechamos, a veces con conocimiento de causa) de la masa informativa diaria, en la que se juntan carencias profesionales, desidias mal pagadas y de contrato basura y la imposición directa de los intereses de cada medio, camuflada muchas veces como “la línea”. Lo mismo que se aplica a la noticia del concejal se puede aplicar a la información sobre el cambio climático, un terreno en el que la inmensa mayoría de los profesionales no sabe más que lo que viene en la red, pero que, debidamente “instruidos” son capaces de crear una información alarmante sobre el peligro de tsunamis en la costa sur de España (ver informativos de televisión de estos días pasados).
En ese punto circula algo mucho más peligroso, a todas luces manipulado y dirigido, que es el tema de las pensiones de jubilación, viudedad, incapacidad laboral y cualquier otra que se me escapa y que son un derecho de los ciudadanos de este país (por lo menos de este país). Las últimas noticias señalan que la caja de las pensiones está, por obra y gracia de los gobiernos que votamos y padecemos, enflaquecida y que pueden peligrar las pensiones del futuro inmediato, porque las contribuciones de los trabajadores (con sueldos miserentos y contratos relámpago) no dan para llenar de cotizaciones lo que se quita para pagar. Así las noticias son alarmantes, como el peligro de un tsunami: en Galicia ya solo hay un trabajador cotizante por cada pensionista cobrante; el sistema de cobro de pensiones a base de echar mano a la llamada caja de la Seguridad Social se acaba, avisan. Y con  eso llega el miedo, sobre todo para los pensionistas incipientes o a punto de jubilarse. Y llega el miedo a las familias (más de las que parece y que nunca se contabilizan) que dependen de la pensión del abuelo o del difunto padre y marido.
Ignoro si esta mentira (porque es eso, una mentira) está manipulada y dirigida o, por el contrario, es producto de la ignorancia. En cualquier caso creo que estamos jugando con cosas de comer, y con eso no se juega. La repetición de una mentira, la insistencia en los medios en presentar el peligro del sistema de pensiones, puede tener un sospechoso fin: preparar a los ciudadanos, de un tiempo a esta parte en estado catatónico, para un cambio en la forma de cubrir las pensiones, bien derivándolas al sector privado (como tantas cosas “externalizadas”) o bien para meterle un recorte por el bien de Europa. En cualquier caso sería una maniobra ilegal y, además, injusta.
Las pensiones no son un contrato con un gobierno ni con una empresa, son un pacto del ciudadano con el Estado, que es el garante de nuestra contribución; esa es la base de un sistema democrático y moderno. Los que comenzamos a cotizar en el franquismo y seguimos cotizando en los gobiernos posteriores hasta éste, cobramos la pensión del Estado Español, no del gobierno eventual y gestor del momento. Sucedió que hasta hoy el sistema funcionaba reciclando las cotizaciones de la masa laboral, que, con sus derechos (contratos indefinidos, sueldos dignos y demás) llenaba el peto de ánimas de la Seguridad Social, y de ahí se pagaba a los jubilados, que, además, duraban mucho menos que los de ahora. Pero los grandes economistas (como el imbécil de Clinton, que creía que la Economía lo era todo) pensaron que, para que las grandes corporaciones multinacionales se forraran, lo mejor era que los salarios fueran una porquería y los contratos como las hamburguesas del macdonald, y con eso, las cotizaciones fueron adelgazando, muchos obreros corrientes tuvieron que hacerse autónomos para ahorrar a su empresa y la caja de los ahorros sociales se depauperó; y lo peor es que todo esto se hizo con la imposición de Europa, el beneplácito de los gobiernos españoles y la indiferente apatía de los ciudadanos de este país, que se agarraron al “¡Es lo que hay!” como si fuera una maldición del cielo. Ni siquiera el recurso de los planes de pensiones funciona, son una trampa bancaria como otra cualquiera, de escasa rentabilidad (afirmación de la patronal del sector)
Las pensiones están por encima de los gobiernos y si el sistema actual no es competente, en un país de tantos parados, hay que cambiarlo. Por ejemplo pordríamos suprimir lo que gastamos en la OTAN, un organismo de nulo beneficio; o lo que el Estado le paga a la Iglesia Católica, y cambiar el sistema y que sean los católicos los que paguen a su iglesia la cantidad que quieran y lo deduzcan posteriormente; o hacer que las multinacionales paguen sus impuestos aquí y no en Irlanda.
Todo esto pasa en los Medios que nos forman e informan. Cierro con una frase del siglo pasado: “Los periódicos capitalistas van tan por delante de la noticia que ya saben esta noche lo que pasará mañana, pero nunca se enfrentan al problema de informar a sus lectores de lo que de verdad saben sobre lo que pasó ayer”. (Woody Gutrhie, cantante crítico, legal y libre -1912-1967)

No hay comentarios:

Publicar un comentario