domingo, 20 de julio de 2014

Estas alturas del verano

Diario de Pontevedra. 19/07/2014 - J.A. Xesteira
A estas alturas del verano breve, la actualidad debería ser como la de antes (es cierto, no hay actualidad como la de antes) y las caravanas de cuatro millones de españoles que salen todos los años de vacaciones (generalmente de Madrid en oleadas centrífugas) tendrían que ser lo más novedoso y refrescante de la información del verano. Lejos ya los tiempos en que aparecía una “serpiente de verano” como truco de humor para rellenar páginas y el clásico reportaje de donde-veranean-los-famosos. A estas alturas es necesario que se vayan todos de vacaciones, para que la información habitual que nos sirve de alimento ciudadano se aligere y se haga cero-cero. A estas alturas ya salió la segunda oleada quincenal (la crisis no da para un mes de veraneo); pasado el Mundial de fútbol; las chapuzas legislativas del Gobierno, medio crudas y sujetas con imperdibles (después del verano se podrán pedir inconstitucionalidades); el PSOE, con su “kennedy” a estrenar (dice que va a ser de izquierdas, pero no sé si se acuerdan como era eso); el PP, a punto de reformar un traje viejo que se ponía en las elecciones municipales y que está arreglando y para poder vestir más alcaldes por mayoría (futuros imputados si se mantiene el espíritu del viejo traje); el resto de los partidos esperando a ver que pasa, en esa campaña de “todos-contra-Podemos” (lo cual aumenta su crédito, ya saben: los enemigos de mis enemigos tienen que ser mis amigos); el Tour, que parece una carrera de invierno, descafeinado con las retiradas; Artur Mas, que queda con Rajoy para tomar unas cañas y hablar de la posibilidad de preguntarle a los catalanes que quieren tomar; el rey-rey, aforado súbito, como los santos modernos, irá de vacaciones pero no se sabe donde, porque no parece estar en condiciones físicas de matar elefantes con rubias adyacentes, navegar por aguas mallorquinas y hacerse fotos con la familia (a lo mejor juntado las fotos por Instagram y pegándolas con photoshop); el rey-príncipe sigue en la gira de verano, como la París de Noia, y se entrevista con su primo marroquí, que también es Sexto, pero en Mohamed (por cierto, Felipe se parece cada vez más al presidente sirio, solo les separa un bigotito), y dicen que se va a ir de vacaciones a Almería, seguramente para romper con la tradición balear, tan cercana a los juzgados y delitos que nacieron en pasadas vacaciones. A estas alturas ya deberíamos estar todos de vacaciones, con una canción rebotando en los chiringuitos (las canciones del verano tampoco son como las de antes) y abandonándonos en un escenario como el de los anuncios de cervezas o bronceadores. Todos los políticos deben estar ya fuera de Madrid, y los autonómicos deben estar asistiendo a fiestas gastronómicas, que es su medio ambiente natural. 
Sólo los jueces tendrán que quedarse sin vacaciones. Es necesario para el buen gobierno de la ciudadanía y para que la justicia llegue, lenta y segura, a achicar la enorme cantidad de papelote legal que se acumula en los juzgados ante la inmensa ola de  imputados que cubre el país. Por si no bastara con todos los procesos en marcha desde hace unos años para poder meter entre rejas a una tropa de indeseables que ocuparon coche oficial, lugar en tribuna, corte de cinta inaugural, cuenta en Suiza, soborno en maletín, negocio en dinero negro o trato de favor, cada día aparecen más y más casos que sumar a lo que ya es una inundación grave, casi imposible de achicar con los jueces que hay. Aunque poco a poco alguno va a dar con sus huesos en la celda (el último caso, el del ex ministro del PP, Matas, que va a ocupar la cárcel que inauguró, junto a su amigo y colega Mayor Oreja, uno de los pocos edificios construidos por el presidente balear, que realmente va a ser usado para lo que fue concebido, una excepción) todavía quedan muchos en espera de juicio y condena. Los ciudadanos (el pueblo, que decían antes) quisieran que la cosa fuera más rápida, y los delincuentes entraran al talego con la misma velocidad con que entra un carterista, un manifestante en un piquete sindicalista o un camello de tres al cuarto. Pero sabemos que este otro tipo de delincuentes tarda más en entrar y sus penas nos parecen siempre poco para su desfachatez y prepotencia. A los ya clásicos en lista de espera se les suman nuevos candidatos. Los temas valencianos siguen acumulando datos sobre lo ya sabido, como la última acusación de la Unión Europea, de falsear los datos con los que pedían subvenciones que se perdían en un agujero negro; sólo en Sanidad tienen un pufo de 1.800 millones; con ello España podría enfrentarse a una sanción de Bruselas de 2.000 millones. Y cada día, más novedades. Un día son las mútuas, asociaciones de empresarios sin ánimo de lucro, a las que les dan el poder de un soviet en materia de altas y bajas médicas (¿se imaginan el cambalache?) y que acaban de descubrir a una de ellas en un fraude de 200 millones a la Seguridad Social. Y se abre una veda. Y aparece una estrella emergente, la empresa Gowex, bendecida por la banca y el Instituto de Crédito Oficial con millones de euros en préstamos, y que de pronto aparece una consultora de nombre Gotham City (ya decía yo que esto no es más que un tebeo) y descubre que todo es falso; ¿un tipo de 40 años funda una empresa, falsea las cuentas, pide dineros por millones a todos los bancos, cotiza en bolsa a alto nivel y resulta que todo es una especie de timo de la estampita? ¿Y ni los grandes expertos económicos, ni el Gobierno, ni el Banco de España, ni los bancos privados se dan cuenta de que en el sobre del timo no había dinero, sino papel de periódico? Creo que habría que empezar a detener por peligrosos a los que supervisan las cuentas de los estafadores. Les ahorraríamos trabajo a los jueces y podrían irse de vacaciones.

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