sábado, 28 de enero de 2012

El lado oculto de la luna

A partir de hoy, el artículo de Diario de Pontevedra se publica el sábado, en lugar del jueves, como hasta ahora.

Diario de Pontevedra. 27/01/2012 - J.A. Xesteira
Una cosa es lo evidente, lo que está a la vista, y otra lo que sabemos que está pero no podemos mostrar ni demostrar, aunque sepamos que está. Es la cara oculta, porque sabemos que la Luna no es un disco plano luminoso que se encoge y desaparece para volver a aparecer; sabemos que en la parte de atrás hay siempre una zona oscura, no iluminada, que está ahí, pero que no vemos. El lado oculto de la luna es, además, un famoso disco de Pink Floyd que canta temas profundos, como la avaricia, el envejecimiento, los conflictos o la enfermedad mental, esos aspectos de la sociedad y del ser humano que están en el lado oscuro; también se tituló así un falso documental (que muchos creyeron que era auténtico) en el que se demostraba que el hombre nunca dio aquel “gran paso para la Humanidad” sobre la superficie del satélite de la Tierra. Todavía hoy es de actualidad, tanto la música de aquel disco, que en 2013 cumplirá nada menos que cuarenta años, como la sospecha creada por aquel falso documental que hace que muchos sostengan que aquel viaje lunar fue un camelo. Como también es de actualidad esa sensación de que muchas de las cosas que están pasando en la sociedad española de ahora mismo mantienen la cara iluminada ante los medios de comunicación, cuando todos sabemos que por el otro lado existe otra cara, tan dura como la de la luz, pero que está en completa oscuridad. Tomemos el ejemplo del juicio a Garzón, un juez sentado en el banquillo con demasiada facilidad, en un país en el que sentar a un juez en el banquillo es tarea, cuando menos, difícil y casi siempre infructuosa. Al reo-juez lo acusan, entre otras cosas, de haber ordenado escuchas telefónicas de las comunicaciones entre abogados y detenidos por delitos monetarios; se sospechaba que los abogados eran los intermediarios para que los encarcelados pudieran evadir sus dineros a lugares seguros. Las escuchas en la investigación española están a la orden del día, y gracias a ellas se han desmontado tramas, bandas y delitos. Pero los abogados escuchados alegan que tienen derecho a la privacidad e intimidad. Cierto. Pero todos los delitos son privados e íntimos, y si hay que entrar en el delito hay que entrar en la intimidad del supuesto delincuente. Se hizo con abogados de los narcos y nadie se escandalizó. Vemos la cara de la luz en este juicio legal, pero sabemos que en la parte donde no da el sol hay otra historia, que recuerda más al “consigliere” del Padrino, el hombre que daba la cara a la luz por todos los que quedaban en la sombra “haciendo ofertas que no podrían rechazar”. Veremos al juez sentado en otros procesos dignos de Kafka y adivinaremos la cara oscura de este absurdo. Otro ejemplo judicial. En Valencia se juzga al que fuera su presidente por un delito aparentemente menor, unos cuantos trajes recibidos como regalo de una supuesta trama de corrupciones. En la luz no es más que un delito de poca monta, calderillas y regalos, pero en la oscuridad tenemos la certeza no demostrable de que hay otra luna; sabemos que debe haber más personas con regalos y que esos regalos no sólo pertenecen al mundo de la moda y la sastrería. Pero el juicio a los dos valencianos, quizás perdidos por su propia vanidad de elegantes, es solamente por un “cohecho impropio”, por recibir en su cargo de servidores públicos unos cuantos regalos. Si analizamos con las gafas de ver de cerca, vemos como el Imperio Valenciano se desmorona, incapaz de soportar la megalomanía económica que hace nada lo convertía en una especie de Xanadú mediterráneo. Todos los millones de euros gastados en visitas papales, regatas mundiales de barcos, carreras de fórmula uno, ciudades de la investigación, el cine, las artes..., todo era un bluff. No había proyección de futuro, parece como si todo fuera concebido exclusivamente para ser construido, inaugurado y, de paso, por el camino, entre tanto dinero en danza, algo caería en alguna cuenta perdida en una isla del Caribe o en el centro de Europa. Sabemos que en la cara oscura debe haber mucho de esto, pero sólo juzgan a los dos pringados por un delito casi de coña. No obstante hay que recordar que a Alfonso Capone lo encarcelaron por el delito de no pagar impuestos, no por ordenar la matanza de San Valentín. Así estamos, y sabemos que mientras se juzga a la luz a los dos políticos que vestían trajes a medida, la Generalitat Valenciana debe 2.500 millones a proveedores. Otro. Fabra, presidente de Castellón. Un tipo con cara de malo de película. Su presencia debiera llevar banda sonora con música de violonchelo (ver Hitchcock). Un tipo que es capaz de hacer un aeropuerto en la nada simplemente para ver que pasa y que el dinero entre en danza. Va a ser juzgado de algunos posibles delitos (otros ya prescribieron) y nada más verlo sabemos que su luna oculta se refleja en sus gafas de sol. La justicia avanza a paso de tortuga, y esperamos que avance. Seguramente será mucho pedir que, además, dé la vuelta a la luna y nos muestre el lado oscuro, que nos diga lo que sabemos por instinto. Los abogados contra Garzón dicen que son juicios políticos. Pues claro que son políticos, de la misma manera que son políticos los que se sientan en los banquillos (a la espera de que se sienten otros) y son políticos los que colocan a los jueces en las altas instancias, y son políticos los que, en definitiva, administran los dineros públicos que se pierden por el camino. Conviene recordar que el tema estrella del disco de Pink Floyd se titulaba así: “Money”. Estos días contrastaban estos juicios con el indulto a un delincuente común, el preso más antiguo de España, Montes Neira, condenado y recondenado por muchas cosas: asalto a mano armada, violencia, intentos de fuga y (lo más llamativo) por “falta de respeto”, se supone que hacia el Tribunal que lo juzgaba. Esa era la esencia de Vito Corleone: el respeto. Debe estar oculto y lo echamos en falta.

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