viernes, 19 de enero de 2018

Peligro: pensiones privadas

J.A.Xesteira
Cada mañana los Medios vuelcan toneladas de lo que llaman información, pero que, sin filtros periodísticos, más se parece a un camión de recogida de basuras, que vierte por sistema de volquete en la primera página o en los informativos televisados. De toda esa masa de detritus contaminantes el lector, atrofiado por tanto tiempo de rebuscar en el vertedero, ya no percibe más que sensaciones, se especializa igual que los basureros: cartonaje político, metal de chatarra económica, envases de vidrio cultural y alguna pieza afortunada para vender en rastros y mercados del chambo. Ya no se distingue lo esencial, lo importante de lo falso, lo tóxico, la cortina de humo y el disimulo. Cuando el camión vuelca su primera página en el basurero, todo es eso: basura, aunque en medio vaya el collar de perlas perdido.
Los lectores basureros que andamos rebuscando entre páginas la realidad que esconden las toneladas informativas, metidas en plásticos biodegradables, encontramos dos grandes descargas; ese juego de estrategias virtual que se llama Cataluña y sus avatares y esa película de delitos con nombre alemán (lo único extraño, el resto es puro italiano, con Génova por medio y mucho mediterráneo valenciano-corleonés. Dos grandes espectáculos que, en realidad, no dan mucho de sí, ni siquiera se esperan sorpresas, porque su evolución es muy previsible. El procés catalá no va más allá de una lucha de burgueses de derechas (también hay burgueses de izquierdas) por ocupar mando en plaza; lo del independentismo es una derivación digitalizada, un meme político. Para entenderlo hay que tener un cierto nivel informático y, pese a lo que pase esta semana, la lucha de burgueses se prolongará en el tiempo, porque, como decía Jacques Brel, “les bourgeois sont…” (verlo en Youtube). El tema de la trama corleonesa-valenciana es otra película en la que surgen sorpresas que no nos sorprenden; ahora parece como si los sansones acusados quisieran morir en el templo con todos los filisteos dentro, admiten el delito, dicen que todo venía del PP de Génova, que hacían una oferta que no podían rechazar, pero en el partido nadie se da por enterado; ni el consigliere, ni los capos de la famiglia saben nada de lo que se cocía en el ir y venir de dinero negro. Sólo falta una cabeza de caballo en una cama y la música de Nino Rota. Continuará, todavía estamos en la primera parte, en Little Genova.
Esos dos grandes basureros han logrado entretener a los lectores rebuscadores al tiempo que han puesto nerviosos a los políticos. De repente, las encuestas de los periodicos comenzaron a disparar al tuntún, y las encuestas secretas de los partidos deben decir cosas feas, porque todos se han puesto a prometer felicidades futuras (los, de momento, opositores), y a asegurar que todo marcha bien y que estamos en el buen camino (los, de momento, barandas en el poder) pero la realidad es que todos mienten y nadie está seguro de lo que dice. Los dos grandes partidos, convertidos en lo que son por los pecados de sus grandes líderes pasados (Felipe ni se habla con el secretario de su partido, y Aznar tampoco se habla con el presidente de su Gobierno, y los dos hablan con Rivera, que es como un personaje de Hombres G con su jersey amarillo)
Pero detrás de toda esta broza basurera hay una realidad que aparece disimulada: las pensiones. Pedro Sánchez, el socialista, promete refinanciar las pensiones del futuro; la ministra Báñez, una gran prometedora inane, también promete revisar el modelo de cálculo de pensiones, una cosa de bolero entre toda una vida cotizada o los mejores 25 años de nuestra vida. Y en eso estábamos cuando irrumpe la diputada Celia Villalobos para amenazar a pensionazo limpio. La presidenta de la Comisión del Pacto de Toledo (¿sabe alguien de alguna comisión que haya servido para algo?) lanza sentencias sin aval, diciendo que "hay ya un número importante de pensionistas que están más tiempo en pasivo, es decir cobrando la pensión, que en activo, trabajando”. No está claro a qué se refiere, si a que los pensionistas actuales somos de larga duración o que hay gente que se jubila joven (por ejemplo, militares, de los que se prevé que un total de 45.000 que se irán para casa pensionados a los 45 años) o a los senadores, que se jubilan sin haber realizado actividad conocida. También advierte que los que tengan ahora 45 años deben ahorrar porque no tendrán pensión, es decir, hagan un plan de pensiones en un banco (que suele ser un buen negocio para el banco y muy malo para el cliente) o, como sugiere la parlamentaria a la que pagaremos su pensión entre todos, hagamos la “mochila austriaca”, que es una variante del plan de pensiones. Villalobos viene a decirnos que hay que privatizar las pensiones, porque entre todos los políticos que soportamos, subvencionamos y padecemos, acabarán por arruinar el sistema. Nos quieren meter doblada otra privatización. Todo esto mientras se desconoce si alguna vez recobraremos el rescate de los bancos, si algún politico corrupto devolverá algo de lo gastado, y si el rescate de autopistas inútiles que acabamos de pagar a escote va a servir para algo. El peligro de los políticos acgtuales es que no entendieron nada del significado y la diferencia entre Estado y Gobierno, para ellos es todo una especie de pedanía en la que mandan por el imperio de la ley. Seguramente en algunos se debe esa falta de entendimiento a que su capacidad mental es similar a la del berberecho; en otros, porque los educaron así. Una vez más cabe recordar a los que padecemos a esta tropa, que las pensiones consisten en un plan de inversión que el trabajador hace en el erario público, que el Estado avala con su propia existencia, y que, a cambio, le garantiza una jubilación digna; no se trata, como cree Villalobos y alguno más una especie de prorrateo o de pago a escote. Con cerebros como la presidenta del Pacto de Toledo, más que ir hacia la mochila austríaca vamos hacia el paquete griego, un mísero desastre patrocinado por la troika europea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario