sábado, 6 de agosto de 2016

Tres variables en bruto

J.A.Xesteira
Más a menudo de lo necesario las noticias se parecen a las humorísticas del Mundo Today, lo cual es para preocuparse y arrepentirse de pertenecer a la rama española del Tercer Milenio (principios).
Miren la Política a través de las noticias. Mientras el panorama político-gubernamental es lo que es, con sus principales protagonistas diciendo frases para la Historia, los españoles con carnet descubrimos que la democracia estaba construida con restos de obra y sólo valía para cuando hubiera dos partidos a repartirse el Parlamento; cuando, como ahora, se clasifican para jugar la final los que antes eran mixtos, la democracia no funciona, los políticos se revelan como lo que eran, gente encantada de sí misma y felices de mandar sin más, y el proceso se eterniza (Rajoy se postula como candidato, pero a la manera mística: “vivo sin vivir en mí…”) y los demás se pierden en un bosque con salida a una tercera consulta electoral. Eso suele pasar cuando los políticos dejan de ser políticos y se convierten en gestores; los políticos se eligen, los gestores se contratan. Es necesario (pero no imprescindible) que haya un gobierno que gestione los capitales públicos de acuerdo con unas ideas y un programa político. Que esa gestión sea por el bien común y esté exenta de fraudes y delitos es algo que se sobreentiende, aunque la realidad sea distinta. Y una vez que ya se ha superado la fase del mando político y la gestión haya sido el polvo del pasado que nos trajo al lodo del presente, entonces se pueden decir frases para los titulares de los periódicos, como Felipe González. Cuando habla, los socialistas tiemblan. Que le hagan caso o no los de su partido es otra historia de las primeras páginas del Esperpento News. La Política.
Miren la Religión a través de las noticias. Si la Política está como está, no hay día en  que un ilustre alto ejecutivo de cualquier religión nos sorprenda con algún detalle que nos abre las ganas de blasfemar en todas las religiones. Es raro el día que un obispo no nos regala con alguna de esas perlas doctrinales; saben que sus palabras en la prensa son como dichas en un púlpito a lo bestia; con una ventaja, en el púlpito sólo le escuchan los fieles, en la prensa, todo el mundo. Vean la última frase para la historia de la ignominia; un cardenal peruano, el arzobispo de Lima, acaba de soltar esta: “Hay muchos abortos de niñas, pero no es porque hallan abusado de las niñas, son muchas veces porque la mujer se pone como en un escaparate, provocando” Y eso lo dice un tipo vestido de joyas y dorados, representante de un Jesús que vestía como la gente (pobre) de su tiempo, no disfrazado como un alto dignatario de Babilona. Así que ya saben, las niñas peruanas violadas es porque andan provocando al macherío, según un tipo que dice seguir los evangelios de Cristo. Seguramente, como dice Brassens, los leyó en arameo y no los entendió. Cada vez que abre la boca un obispo, el Vaticano tiembla. Las palabras del cardenal peruano se suman a las de otros ilustres colegas, como la del obispo de Córdoba, que compara la fecundación “in vitro” con un “aquelarre químico”, o el de Toledo, que está en línea con el peruano al acusar a las mujeres de la violencia machista. Casi a diario el papa tiene que salir al paso de las barbaridades que pronuncian sus altos ejecutivos vestidos de babilonio en traje de gala, pero, por lo visto sus palabras se pierden en las páginas interiores de L’ Obsservatore Ipocrita. La Iglesia.
Y miren también la Economía a través de las noticias. Estos días apareció la nueva de que Pablo Echenique, dirigente de Podemos, una persona discapacitada, ha pagado en negro a su asistente. Y los periódicos rasgan sus vestiduras: “¡Oh, cielos! ¡Ha pagado en negro un político de izquierdas!” Y eso se dice en un país en el que circula más dinero negro que blanco, en el que la economía sumergida permite que el comercio no quiebre, que los bares y restaurantes funcionen y que la vida se sostenga. Se dice en un país en el que todos, ricos y pobres, presidentes de gobierno y los últimos pringados han pagado alguna vez en negro. Y como decía el Jesús del apartado anterior (ver obispos), el que no haya pagado en negro, que tire la primera piedra. Sacar como una gran noticia que Echenique pagó en negro a un asistente no deja de ser una hipocresía de la idiosincrasia española. Aunque ya no hay lucha de clases, según los grandes estrategas, vamos a suponer que hay ricos y pobres. Los ricos pueden pagar en negro o en gris (y cobrar de la misma manera, porque tienen cuentas en cualqueir parte); los pobres prefieren el negro, porque trabajan como eso para cobrar cuatro perras. Me comentaba un amigo que había contratado a un jornalero por unos días y que lo quería asegurar y legalizar; el jornalero le dijo que así no, porque si lo legalizaba perdía la ayuda de 400 euros (una cantidad con la que un político considera que puede vivir una familia). No hay comentarios. El jornalero, la maquiladora costurera, el chapuzas, la asistenta por horas y muchos otros que conocemos cobran en negro porque, si no, no viven. Son la mano de obra secreta que precisan las grandes fortunas para ser grandes fortunas. La conocida frase de Balzac, “Detrás de cada fortuna hay un crimen”, parafraseada convenientemente hay que entenderla como que detrás de cada fortuna hay una injusticia; ajustándose a la ley es imposible alcanzar las cifras millonarias que se exiben en las primeras páginas de los periódicos. Crear riqueza con el dinero negro y el trabajo sumergido se consigue de dos formas: saltando la ley o haciendo que los políticos inventen una ley a favor de las grandes fortunas. Cada vez que aparece una noticia como la de Echenique sube el nivel de hipocresía. A fin de cuentas el dinero negro y el trabajo precario son variables de las que informan en Financial Black. La Economía.

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