domingo, 1 de mayo de 2011

Todo en la red es pescado

Diario de Pontevedra 28/04/2011 - J.A.Xesteira
Cuando Barak Obama ganó las elecciones, estrenando el mundo de las redes sociales como arma electoral, en la que se movía con habilidad, y sostenida por un equipo competente de expertos en redes sociales, ya se veía venir lo que vino. El camino quedó abierto para que todos los políticos de este mundo se vieran en la necesidad de tener perfil y frente en Facebook o Twitter, y abrir el cupo de amigos a la inmensa mayoría de votantes, que encontraron en la pantalla de su ordenador una ventana hacia el político que, quieran o no les va a gobernar (bien o mal) por una temporada. A partir de Obama , que se convirtió en una estrella de Facebook, con 19 millones de seguidores, cambiaron muchas cosas (no precisamente las que prometía el primer presidente negro de los USA). Todos los equipos de todos los políticos del mundo, desde los presidenciables de las grandes naciones hasta los candidatos a alcalde de pedanías de cien habitantes, supieron que hay que estar en la Red, porque a los mítines ya solo van los fieles (y eso si hay pinchos y bebidas). Las próximas elecciones del mes que viene serán una piedra de toque para esta nueva situación. Un experimento inicial tuvo lugar en las elecciones catalanas, donde ya los candidatos aparecían en Twitter para comunicarse con el mundo exterior. Pero ahora ya están todos metidos en harina, trabajando las próximas municipales y autonómicas pero con la mirada puesta en el más allá, en las generales que, previsiblemente, se celebrarán el año que viene. Dicen los expertos (ustedes pueden creerlo o tomarlo con las reservas habituales) que Mariano Rajoy está en la primera posición del listado de políticos españoles conectado a las redes sociales, por delante de Esperanza Aguirre. Pero, como podemos suponer, ni el uno ni la otra van a estar dedicados todo el día, como si fueran alumnos de instituto, “tuiteando” con el primero que se le ocurra hacerle una pregunta. Los famosos 140 caracteres de que disponen, llevan su tiempo, y, a juzgar por sus múltiples ocupaciones parlamentarias, de partido, familiares y las propiamente fisiológicas, nos hacen pensar que todos los políticos tienen personal contratado (“negros”, en la jerga literario-periodística) que les contestan y les mantienen sus cuentas. El caso es mantener la pantalla abierta y hacer campaña, al tiempo que podemos ver fotos de primera comunión, de las últimas fiestas o de los amigos de la mili. Los políticos están en las redes sociales, en parte por consejo de sus asesores (no queda otro remedio si se quiere llegar a los que van a votar) y en parte porque si no lo haces, no estás a la última, no eres moderno, la fecha de caducidad del que no se incorpore a las nuevas tecnologías es más corta que la del yogur. Pero esa necesidad es, al mismo tiempo, un peligro que la clase política conoce y teme como a la vara verde, porque las redes son transparentes, cercanas, y lo que se pone y sale a la red, ya no tiene vuelta atrás, no vale decir “yo no dije eso”, todo está ahí a la vista de millones de personas. No está suficientemente claro que el experimento sea útil, y los políticos lo saben, y salvo excepciones, se meten a la red porque no queda otro remedio. Ni los mismos expertos se ponen de acuerdo; unos aseguran que el político tiene que arriesgarse a jugar su credibilidad en internet si quiere ser alguien no ya con futuro, sino ya con presente; para otros, sin embargo, estar en la red no es sinónimo de ganar presencia ni de hacer que despierten interés entre los jóvenes, los mayores usuarios de Facebook o Twitter, las estrellas mediáticas. Así las cosas, tenemos que están el la red, porque no les queda otro remedio, pero, en el fondo, no les hace ninguna gracia. Lo paradójico es que, de momento, los beneficios no se ven por ninguna parte; los políticos ni son más queridos ni más seguidos por andar en pantalla, y se calcula que un 78 por ciento de españoles no sigue a ningún político en las redes sociales. ¡Que no darían los candidatos por seguir con el viejo estilo de besar un niño, dar la mano a la pescantina, tomar unas cañas con los parroquianos, subirse al mitin ya repetido desde la noche de los tiempos, y sonreír desde el cartel, retocado de fotoshop, en el que siempre pintan bigotes y pegan chicles como mocos! Pero los tiempos mandan, y los candidatos están donde les dicen que tienen que estar. Los partidos tienen ya sus gabinetes de relación con los internautas, tienen sus expertos contestadores en red y han elaborado incluso normas para no cagarla. Saben que un patinazo en la red es un espectáculo inmediato en Youtube, donde se cuecen todos los esperpentos y barbaridades del ser humano en estado de metepatas (Aznar es todo un superstar, con sus actuaciones en inglés y en vino de Rueda). Saben que no tienen que dejarse provocar por los “trolls” que están al acecho para hacer que un candidato (o su negro) se despiste y diga lo que no debiera. Saben que tienen que mantener un lenguaje correcto, bien escrito, pero, al mismo tiempo franco, desenfadado e, incluso, gracioso. Un difícil equilibrio en el que más de uno dirá algo que no debiera (el ser humano es así) y convertirá la campaña en la repetición de la metedura de pata. Es difícil, porque la Red es útil para los políticos, pero, al mismo tiempo, es implacable, libre, abierta y gratuita. Ahí no vale la imagen variable: ahora de traje y corbata a la moda parlamentaria, ahora de camisa y cazadora (siempre dentro de un orden) según la circunstancia, como los viejos recortables infantiles. Ahí el emperador está desnudo, cubierto únicamente por sus palabras, que lo mismo nos pueden ayudar a avanzar que nos dan la puñalada. El drama, o la tragicomedia, está en el hecho de que (según los expertos en redes) es que la gente que participa en Twitter tiene la percepción de que tanto PSOE como PP (que son los caballos de batalla) sólo arman ruido entre ellos y no hablan de temas interesantes ni cercanos. Este hecho se percibe sin necesidad de acceder a Internet, basta con asomarse a las noticias diarias, en las que vemos a los dos partidos más atentos a la rivalidad que a los administrados, que somos solamente un telón de fondo, una masa de amigos a los que contar cosas en el ciberespacio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario