sábado, 10 de septiembre de 2016

Trampantojos y variadas perspectivas


J.A.Xesteira
Aunque parezca lo contrario, todos los medios de comunicación (que no tienen porque ser obligatoriamente de información ni mucho menos de formación) son iguales, dicen lo mismo y, a pesar de parecer que sus líneas son contrarias, todos van a lo mismo; todos los periodistas saltamos estimulados por la misma noticia, indignados ante las mismas cosas, pero, si nos fijamos un poco, no es más que un truco del que ni siquiera somos conscientes. Cada evento nuevo es una especie de trampantojo que no sabemos distinguir. Por ejemplo, ese berenjenal en que se estamos metidos por causa de una ley que permite que podamos estar sumergidos en un bucle espacio-temporal-electoral por tiempo indefinido, es tema de debate y opinión en todos los medios, y aunque todo el mundo discuta y opine, no es más que un truco español; en el fondo todos piensan lo mismo (a veces no piensan nada, discuten sólo por el placer de llevar la contraria) pero cada uno tiene su perspectiva, su punto de vista, que, además, es el verdadero, el que habría que tener para que las cosas se arreglaran. Si nos alejamos un poco y ponemos las gafas de ver a distancia, la perspectiva es diferente; los políticos responsables de solucionar el vacío en funciones del gobierno parece que se mueven y pululan por las ruedas de prensa y los despachos intentando llegar a acuerdos, pactos, soluciones; pero vistos desde arriba son como los muñecos del futbolín que sólo giran alrededor de su eje, sin desplazarse un centímetro, y sólo le dan a la bola cuando la tienen delante, no se mueven de sus sitios. Como en todas las jugadas de futbolín siempre hay gente opinando y debatiendo por fuera de la mesa, diciendo a los que mueven las barras como tienen que hacer.
Es una cuestión de perspectiva y de ver las cosas por lados distintos de la corriente principal, de lo que todo el mundo opina. Por ejemplo, el caso Soria, que recuerda la frase del bandolero del Bosque Animado de Fernández Flórez: “¡Me caso en Soria!”. El caso es que el caso de Soria, ex ministro dimitido por sus pecados fiscales y enchufado por su partido en el Banco Mundial (un claro fallo de perspectiva del que tuvieron que recular) levantó una ola de opiniones periodísticas unánime contra el beneficiado y su partido. No valieron las disculpas, de que si era un funcionario (llevaba 26 años fuera de la Administración y no estaba en activo), de que fue por un concurso (con tufo a cambalache)… Todos, los polemistas de todas las tendencias estaban de acuerdo en lo inadecuado del nombramiento, unos por la forma y otros por el fondo, aunque eso no impidió que dieran sus opiniones, que son las verdaderas, las auténticas. Falta de perspectiva; sólo hay que tomar distancia para ver que Soria era el hombre adecuado. ¿De qué estamos hablando? Esa es la cuestión. Un apaño, un chanchullo para agradecer los servicios prestados (y bien remunerados) del ministro Soria por renunciar a su puesto para trabajar (es un decir) en el Banco Mundial. Los más críticos se rompieron la camisa por poner a un implicado en posibles delitos como representante español en el Banco Mundial. Pero, ¿dónde mejor? repito, ¿de qué estamos hablando? Del Banco Mundial, es decir, de un banco, una organización concebida para guardar el dinero del delito, para ganar beneficios siempre al borde del delito (cuando no del otro lado) un negocio que está más cerca de don Vito Corleone que de Santa Teresa de Calcuta. El Banco Mundial fue creado por las Naciones Unidas para reducir la pobreza en el mundo; ¿cómo?, concediendo préstamos. No hacer falta ser licenciado en Económicas para entenderlo: un préstamo no soluciona la pobreza, el resultado final es que el banco se queda con el dinero y el pobre. El Banco Mundial presta dinero a los países para que estos solucionen sus problemas de miseria, pero generalmente, ese dinero se lo quedan los dictadores de esos países que son los que de verdad están produciendo la miseria en sus países, en colaboración, generalmente, con grandes empresas colonizadoras. Para no seguir (tienen todos los casos de delincuencia genocida en la wikipedia), el Banco Mundial no es una “oenegé", es una organización internacional de estructura mafiosa más dedicada al crecimiento económico de los países que al crecimiento social de los mismos; una estructura supranacional dedicada a generar riqueza a los grandes bancos y a las grandes corporaciones; los pobres de la Tierra son una disculpa, una foto para la publicidad; incluso son unos consumidores potenciales (un ejemplo: ¿pueden calcular el negocio de las tiendas de campaña Quechua que cubren las docenas de campos de refugiados de Europa?). ¿Dónde mejor podría estar un sospechoso habitual como Soria que en un banco ubicado en el paraiso fiscal más grande: el Mundo? La perspectiva falló porque los jugadores del futbolín estaban girando sin parar sobre las barras.
La promesa de mejoras de cada país se basa en un concepto que no es más que un trampantojo: el crecimiento de la economía como un bien general. Pero eso no sirve para nada, basta mirarlo con la distancia suficiente para ver que detrás de ese crecimiento económico no hay un crecimiento social. Y nos lo quieren vender como un dramático “¡O yo o el caos!”. La realidad disfrazada es que un país no ha crecido economicamente más que en números sobre el papel, un papel pintado, un trampantojo. Las macrocifras esconden los mininúmeros. Si hubiera una perspectiva con distancia, veríamos que la mayor parte de lo que se nos ofrece como mejora esconde bajos salarios, debilitación del sistema social y unas cifras de paro que no descienden nunca. Los políticos, desde su perspectiva, gustan de sacar a pasear aquella frase de JF Kennedy de “No preguntes que puede hacer su país por tí, pregunta que puedes hacer tú por tú país” Desde nuestra perspectiva podemos decir: “Vale, ya sé lo que he hecho por mí país y sé lo que me ha costado, ahora ¿puede hacer algo mi país por mí?, porque, si no, algo no funciona”.

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