sábado, 21 de mayo de 2016

Il Sorpasso

J.A.Xesteira
Es la palabra de moda, el “sorpasso”, y la sueltan todos los que andan en campaña electoral como si fuera palabra corriente; no es nueva, la tomaron los políticos españoles de alguna campaña de hace años en Italia, donde se esperaba que una determinada izquierda adelantara a Berlusconi y se produjera el “sorpasso”, es decir, el adelantamiento. Los que alguna vez circulamos por las carreteras italianas aprendimos la señal con dos coches en círculo de prohibición (rojo el de la izquierda, negro el de la derecha) con la leyenda “Divieto di sorpasso”, que por lógica supimos, sin necesidad de traductor, que decía “prohibido adelantar”. Los italianos, que son gente de poco esfuerzo productivo, son unos águilas colocando sus productos en todo el mundo; en cualquier parte se sabe lo que es un “espresso”, un “capuccino”, conocen un vino malo universal llamado “chianti” y, con sólo agua y harina, llenaron el mundo de pizza y espaguetti. Y de vez en cuando instalan en la cultura universal palabras, italianismos, con mayor fortuna que los españoles, que sólo conseguimos poner en los idiomas mundiales palabras como sangría, paella o guerrilla. El “sorpasso” entró también hace muchos años, de la mano de una película que aquí se llamó “La escapada”, dirigida por Dino Risi con guión de Ettore Scola, interpetada por Gassman y Trintignant. Buena película que la que la escena clave era eso, un “sorpasso” fatídico.  No era la primera palabra que entraba vía cine en el lenguaje; ante lo había hecho otra palabra mucho más famosa: “paparazzi”, que es el plural de “paparazzo”, aunque aquí la usemos siempre en plural, y que era una palabra inventada por Fellini para nombrar al fotógrafo de “La Dolce Vita” amigo del periodista Mastroianni. Las palabras tienen extraños viajes e impensables destinos.
Pero volvamos al “sorpasso” político de estas elecciones españolas. La dicen todos; Echenique dice en los periódicos que espera el “sorpasso” de Unidos Podemos para lograr un millón de votos más; Sánchez, por el contrario, cree que lograrán 90 escaños y no contempla la posibilidad de “sorpasso” de Ciudadanos, lo dice porque primero Rivera dijo que esperaba el “sorpasso” de su grupo al de Sánchez; también Rajoy y Feijoo se apuntan a la moda italiana y predicen juntos que el PP dará el “sorpasso” al resto de los competidores; e incluso los reacios de Izquierda Unida, como Cayo Lara apuntan a que no habrá “sorpasso” si no hay unidad. Como ven, todos echan mano del “sorpasso”, hasta en temas impensados, como en el festival de Eurovisión, que muchos periódicos titularon que Ucrania había dado el “sorpasso” en la lucha final (como en la Internacional comunista) y los periódicos deportivos echaron mano de la palabra de moda para hacer el balance del final de la liga, un tema digno de estudio según los periódicos nacionales (algún famoso en tiempos liberal periódico de Madrid, de gran tirada, llegó al extremo de ningunear la semana anterior al último partido al Barça, mientras cantaba las glorias madrileñas).
Y mientras los partidos están envueltos en su propio proceso, ojeándose como ciclistas en un sprint, la realidad, que siempre es cruda, nos “sorpassa” de forma cruel e inclemente. La juventud sigue peleando por llegar a un puesto de trabajo, ya no digno, sino trabajo a secas; en Francia repiten viejas luchas en los bulevares, y las viejas microrrevoluciones de Mayo del 68 en las protestas contra la ley laboral de Hollande; puede que el rebote llegue a España. No saben que no hay nada que hacer, todas las revoluciones acaban en burocracia. El trabajo ya no es una idea opinable; lo acaba de decir el “capo dei capi” (otra italianada mafiosa) de los empresarios españoles: el trabajo indefinido es cosa del siglo XIX, lo que impera ahora es el trabajo a gusto del empresario. Y tiene razón; a lo largo de la Historia la mano de obra se llamo esclavo, liberto, manumitido, jornalero, peón, obrero (menos en la Dictadura franquista, que se llamó productor, ser obrero tenían connotaciones izquierdosas) o docenas de variantes; lo que nunca varió a lo largo de la Historia fue el concepto del que manda a los obreros, esclavos o lo que sean: siempre fue un Amo. Y más en la actualidad, que llaman empresarios a simples especuladores acumuladores de beneficio rápido; el empresario es otra cosa, es el que lleva adelante una Empresa, en la que el dinero no es más que una herramienta que hace que avance el proyecto empresarial, y los obreros son la tripulación de ese proyecto.
 Nos “sorpassa” también la corrupción latente, que no es que nos adelante, sino que nos arrolla como un trailer a un ciclista. El cúmulo de delincuentes políticos y empresariales (estos sí del Siglo XXI) es tan enorme que no hay justicia suficiente para castigarlos. Las noticias de esta semana que ustedes pudieron leer en los periódicos (en algunos, no en todos) y ver en las televisiones (ignoro en cuales) oscurece los de la semana pasada; mientras el presidente en funciones dice que no encuentra sucesor natural, y no sabemos si eso es bueno o malo, o puede ser que los sucesores naturales estén implicados en una trama delictiva. Mientras, Europa nos dice que hemos gastado mucho, pero que espera a castigarnos para después de las elecciones. Y debe ser verdad que gastamos, porque los pufos del Gobierno en funciones son mayores que lo que ganó el mismo Gobierno en sus funciones. Es decir, hubo un “sorpasso” de la deuda al PIB, para contarlo en lenguaje que puedan entender los empresarios.
El problema de los políticos en campaña es que, en general, no saben hablar, utilizan los modos y esquemas ya usados para decir lo mismo de siempre, sin un átomo de ilusión para que podamos ir a votarlos; cogen cualquier palabra y la despojan de su contexto y de su significado; en otras ocasiones hablaron de coyunturas, de experiencia, y ahora es el “sorpasso”. Pero deberían entender que el adelantamiento debe hacerse por la izquierda siempre,  lo contrario es peligroso; hay que ser más izquierdista que el coche de la derecha. Y eso no lo saben los candidatos.

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