sábado, 14 de noviembre de 2015

Contrasentidos contra sentidos

J.A.Xesteira
Hay cosas que son un contrasentido, como monarquía parlamentaria (un concepto que viene de arriba abajo, incluso en ocasiones por la gracia de Dios, y otro concepto que va de abajo arriba, desde el pueblo al poder, tienen que chocar en alguna parte, un rey demócrata es como un gatoperro); democracia cristiana (el cristianismo, como cualquier religión, no es demócrata, manda quien quiere Dios, no quien quieren los adoradores del dios) y algunas otras de peor intención como la imposibilidad del pensamiento navarro, atribuido a la mala leche de Pío Baroja. Hay otras cosas que van contra el sentido común, esa percepción natural en las personas con dos dedos de frente, que es la medida estándar para cualificar a una persona con los atributos necesarios de lógica, ética y corrección de estilo (en gallego se le conoce también como “sentidiño”); son esas cosas que cualquiera ve en el forro de una noticia, según aparece en los Medios; es esa frase pronunciada por un notable –político, artista, futbolista o banquero– y que cualquiera puede ver que está mintiendo o que no sabe por donde se anda; son esas barbaridades que cualquiera puede ver a diario en las decisiones que nos afectan a todos y sabemos que nos van a hacer la puñeta. Hay otras cosas que son un contrasentido contra el común de los sentidos, que se hacen para una foto, un gesto, una propaganda vacía. Están conectadas con la falta de sentido común; son esos posados de inauguraciones de inutilidades, de promesas en tiempos de elecciones que sabemos que son mentira, tanto los que las dicen como los que las oimos (los primeros se benefician de las mentiras, los segundos las tendremos que pagar de nuestro bolsillo). Y hay, finalmente, otras cosas que son contrasentidos direccionales, que van contra el sentido lógico que llevan los acontecimientos, a contracorriente y a contrapelo.
En el primer grupo hay que situar los recientes acontecimientos del rey de España como garantía de la democracia constitucional contra el intento de instaurar una república catalana. Las fuerzas constitucionalistas se escudan en el imperio de la ley: nadie por encima de la ley. Y no recuerdan, porque la memoria es débil, que no hay nada más frágil que una ley. En política se aplica el marxismo de Groucho: “La ley es inamovible, y si no le gusta, la cambiamos por otra inamovible”. La Transición se hizo así: se cambiaron leyes fundamentales por otras leyes igual de fundamentales. Otros acontecimientos de este apartado, están en el Vaticano, donde el papa se pelea contra el dinero negro que circula por las alcantarillas de Dios. El dinero de la Iglesia es negro, no cotiza tributos ni se controla en un registro (para muestra, el caso de los millones de Compostela, que nadie sabía que faltaban, ¡tanto es lo que entra en negro que ni se sabe!)
En el segundo grupo, el de la falta de sentidiño, lo dejo al criterio del lector, aunque podríamos apuntar la cantidad de despropósitos en la gestión del dinero público que nos lleva a padecer una sanidad cada vez más cara, una seguridad social descapitalizada, una enseñanza en precario y un mundo cada vez más dependiente de poderes capitalistas sin ningún tipo de pudor ni ética; un mercado laboral en el que se emplea a destajo y salarios miseria (aunque luego en las estadísticas se mienta a cara lavada) y, en definitiva, ese mundo que nos cuentan a diario en los Medios los grandes dirigentes de la sociedad.
El tercero de los grupos es una farsa. El de las fotos de inauguraciones propagandísticas y de las frases en los foros de opinión. Hay, sin embargo, una foto preocupante de estos días atrás; la de los mandamases europeos recolocando inmigrantes de acogida en Europa; la pudieron ver en algún telediario. Se reunían en Grecia el primer ministro heleno y los de la Europa acogedora; se hicieron la foto para alegrarse de colocar a 30 inimigrantes en Luxemburgo y lo dieron como el comienzo de una  solución. Lo preocupante es que si los miles de refugiados los recolocan de treinta en treinta, pasarán los años y se pudrirán en campos de concentración a la espera del viaje. Y lo más inquietante; cuando los recolocados subían al avión con destino a Europa, una niña del grupo, de unos seis años, se dio la vuelta y fotografió a los políticos con un caro iPhone. Una sospecha: ¿de que nivel de asilados estamos hablando para mandar al país más rico del mundo? Cuando vemos que la Europa que festejó la caída del único muro que tenía acepta como natural que se levanten nuevos muros entre sus países, es que algo huele a mentira podrida en el viejo mundo.
Por último, en los acontecimientos que van a contramano de la corriente principal tenemos tres ejemplos; parlamentarios, de momento, pero con tendencia a prolongarse en el inmediato futuro, incierto y sin nada claro en el horizonte.
Primero, Portugal, que, por vez primera en cuarenta años, rompe con la tradición de que mande el más votado y echa abajo a la derecha, complicándole la papeleta al presidente de la República, que viene a ser como un rey (que nadie elige) pero sin corona. La izquierda portuguesa, que, como la española, no se “ajunta” facilmente, decide, de pronto, formar frente común contra Europa y la derecha. La izquierda de los portugueses quiere estar en el poder y ser la que tome las decisiones.
Segundo, Cataluña, que quiere ser independiente y no estar en España. La dificultad está en que para ello no “ajuntan” ni a izquierdas ni a derechas, y todo queda en un gran  embrollo, difícil de resolver, ni con las posturas de fuerza ni con la ley imperante.
El tercero, Gran Bretaña, que, como es tradicional, quiere ser de Europa pero no estar en Europa y para ello pone unas condiciones en plan chulo. Es más una cuestión semántica, en inglés, ser y estar se dice de la misma manera.
Todas esas cosas tendremos que soportarlas en el futuro más inmediato, algunas de resolverán o complicarán el mes que viene, otras, vaya usted a saber.

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