viernes, 25 de mayo de 2018

Va cayendo gente

J.A.Xesteira
Había una frase en el “Martín Fierro”, un clásico seguramente olvidado, que gustaba mucho a mi difunto amigo Contreras; era aquella que decía: “Vaca..yendo gente al baile” y que daba pie a una pelea a golpes de facón en la fiesta gaucha. Me venía la frase ante la fiesta tragicómica, surreal y esperpéntica en que se ha convertido la sociedad española y sus eventos consuetudinarios, retransmitidos y apaciguados por la televisión nacional (especialista en noticias falsas que tiene que rectificar) y por alguna cadena medio discordante, y comentada por las variantes periodísticas, que opinan hasta la tergiversación de las hazañas de los politicos presentes o pasados. La vida del país se ha convertido en una serie de televisión a la moda: cada capítulo trae una sorpresa muchas veces prevista, para dar una vuelta más y estirar la temporada; una tragicomedia llena de personajes increibles, nunca pensados hace unos años, cuando nunca creimos que el futuro y la democracia iban a ser así.
Va cayendo gente al baile judicial. Le acaba de tocar el turno a Zaplana, un personaje de fiesta de moros y cristianos levantina (por su aspecto le tocaba ir en los moros) al que todos veíamos venir, sólo había que esperar a que lo llamaran, porque su nombre ya andaba en listas de otras operaciones; con él hay otros investigados, como Juan Cotino (hombre piadoso, relacionado con el lío del viaje del papa Benedicto) y a partir de ahora se tocará una nueva pieza de baile judicial, que se prolongará en el tiempo; mucho tiempo, porque ahora mismo los jueces y fiscales piden en huelga mejoras salariales, algo nunca visto en este país, en el que los jueces eran un peso específico, una elite; ahora han tenido que bajar a la tierra de los simples mortales a pedir mejoras salariales como si fueran pensionistas o contratados precarios. Pero la ampliación de la Valencia Conection, un tema en serie al que quedan más temporadas que a los zombies, aporta una evidencia: cada vez quedan menos implicados para llegar a Aznar. En el caso hipotético de que resultara afectado el único presidente español que participó en una guerra internacional, formando parte del triunvirato de las Azores, no hay problema para la derecha española (la auténtica, rechace imitaciones y falsificaciones chinas) porque Aznar tendría sucesor natural, y no es, precisamente del PP, cada vez más en problemas. Todo está previsto, mientras la gente va cayendo al baile, la visión de Josemaría (el político, no el santo) es certera: hay que reciclarlo todo para que todo quede igual: Rivera es nuestro hombre. Es lo mismo pero en otro envase a estrenar, con la patria todavía reutilizable y con música de Marta Sánchez. En este país parece que siempre ha sido así: la izquierda, con el uso, acaba por biodegradarse y convertirse en pequeños grumos no contaminantes; la derecha se reutiliza, se adapta unas veces diciendo que es el centro y otras que es la patria. Los de Ciudadanos ya se han apresurado a decir que la detención de Zaplana corresponde a una etapa negra que hay que superar, sólo les falta añadir: “Y aquí estamos nosotros, para abrir ficha a los emigrantes del partido popular”.
Mientras pasan cosas espesas la polémica se mueve entre una calle al almirante Cervera (el hombre que mandó toda una escuadra como blanco de tiro de feria de los yanquis en Santiago de Cuba) y el chalet de Iglesias y su mujer, un asunto doméstico y personal. Y como remate siempre nos queda Catalunya-Cataluña, nuestra zona italiana, con parte del gobierno exiliada en Europa y parte en la cárcel, en espera. El problema catalán ha conseguido poner de acuerdo –de momento, que en estos días los grandes apretones de manos tienen la obsolescencia programada en corto– a Rajoy y Sánchez (Pedro, no Marta), a Sánchez y Rivera (Albert, no Kiko) y a Sánchez y Rivera (los tales), lo que no se sabe es en qué se han puesto de acuerdo, porque el 155 no puede ser eterno. Pueden seguir sin gobierno, como Italia (ya lo dije el otro día). Por cierto, los italianos siempre marcando tendencias; si en España los políticos en activo presentaban currículos falsos, en Italia lo hacen antes de ser nombrados, mayor velocidad, imposible. Acaban de nombrar primer ministro a un tal Conte y ya sale el New York Times diciendo que “ese tipo nunca estudió en la Universidad de Nueva York”. Da igual. Lo mismo que se está investigando la carrera de Derecho de Pablo Casado, que aprobaba de súbito (y eso sin tener un padre magistrado de Audiencia, como otros) el italiano pudo haber pasado por la university y no se dieron cuenta. Está científicamente demostrado que los mejores licenciados son los que pasaron más tiempo en el bar que en las aulas.
Son gente que va cayendo al baile, como los que pueden caer en las próximas semanas, mientras todos esperan que llegue el verano que siempre relaja, y mientras se aprueban los presupuestos del Estado con la ayuda de la amistad del PNV; no se inquieten, los presupuestos del Estado da lo mismo que se aprueben o no; muchas partidas aprobadas nunca fueron utilizadas (dinero público que nunca se gastó en programas sociales, preferentemente) y muchos otros dineros no contabilizados, que sí se gastaron por la falsa (pongamos que hablamos de Defensa). En tiempos de Aznar, cuando los que caen al baile todavía eran sonrisas de triunfo, se hablaba del milagro económico como norma de vida española; ahora podemos hablar solamente de milagro como explicación a la vida en este país de moros y cristianos.
Epílogo.- Por causas técnico-periodísticas, este artículo tiene que ser escrito antes del fin de semana. Cuando lo terminé salió la noticia de la sentencia de la Gürtel; más gente que cae al baile, esta como una enorme gota fría que confirma dos cosas; una, todo lo antes dicho de que quedan muchos por caer, y otra, que la justicia es lenta como la tortuga de la fábula, pero a veces llega antes que la liebre de la corrupción que se esconde dentro de los partidos políticos.

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