jueves, 5 de enero de 2012

Anuncian medidas

Diario de Ponteedra. 05/01/2012 - J.A. Xesteira
Bufff... Lo lógico y típico sería comenzar el año escribiendo esas cosas sobre los Reyes Magos de Oriente y las ilusiones. Lo habitual sería escribir de los buenos deseos y los mejores propósitos para el 2012, con las intenciones nunca cumplidas de adelgazar, cambiar de vida, variar las rutinas y empezar a portarnos de otra forma para ser más sanos, más prácticos, menos consumistas, más lógicos en un mundo ilógico, menos contaminantes, menos despilfarradores, más solidarios... En fin todas esas cosas que nos proponemos cada año y que nunca cumplimos, aunque lo intentemos y, en ocasiones, incluso lleguemos a febrero con los esfuerzos intactos. Lo que tendría es que escribir de los cuatro o cinco tópicos de comienzo del año, porque es norma y costumbre que durante las fiestas haya tregua; el Gobierno descansa, Europa festeja y descansa, las guerras se paran y descansan y, como en el tango, el músculo duerme y la ambición trabaja. Estos días son de relajarnos y darnos cuenta de que hemos engordado con tanto festejo y cenorrio. Pero no nos dejan. El nuevo Gobierno ni siquiera esperó que pasaran los Reyes y se publicaran los chistes malos sobre los Reyes y sus yernos. Antes de tomarnos las uvas ya nos soltó la primera en la frente (el catecismo decía que era para que nos libre Dios de los malos pensamientos) y todavía con la resaca nadando en sal de frutas, nos advirtió que viene la segunda (en la boca, para que nos libre de las malas palabras) y, se supone que vendrá la tercera (que era para que nos libre de las malas obras y deseos). Con la primera nos informan que nos van a subir simbólicamente las pensiones (un uno por ciento) pero que nos van a dar un palo en los impuestos, con lo cual nos dan uno y nos quitan diez. Los ministros y ministras anunciaron que era necesario, porque si no suceden dos cosas: que se quedan sin dinero para avalar a los bancos y que Europa nos lo va a exigir (no se sabe nunca por qué y para qué, lo de las medidas siempre es una nebulosa misteriosa en la que nunca se encuentra nada ni se entiende qué está pasando). La ministra Báñez se apresuró a ofrecer la disculpa esperada: “Nos han dejado un país en la ruina”. Es decir, todavía con olor a estrenado y ya se le está echando la culpa a “los otros”. Eso dice muy poco de los ahora gobernantes cuando estaban en la oposición: no consultaban los papeles públicos, para saber como andaba la cosa. De cualquier forma todo entra dentro de lo previsible; ya sabíamos sin necesidad de hacer un máster que esto (sea esto lo que sea) no se arregla con un cambio de gobierno. Además de los recortes (auténticas rebanadas) ya estamos viendo crecer impuestos indirectos, algunos ya aumentados hace días, y otros que se esperan de un momento a otro; incluso esa “ley Sinde” modificada se resuelve con un modelo imprevisto: se suprime el canon por producto comprado, pero, a cambio el Estado paga un tanto fijo por habitante a las gestoras de derechos de autor, con lo cual se da la paradoja que mi nieto va a pagar un canon antes de ir a la guardería, seguramente por ver Pocoyó en Youtube. Todos pagamos solidariamente y se abona un dinero público de la misma manera que estamos pagando a la Iglesia Católica todos, incluidos los ateos, porque si (por cierto, ¿cuanto nos ahorraríamos si de verdad la Iglesia Católica recibiera en estricta justicia lo que los católicos destinan para el mantenimiento de su culto?). Los ministros del ramo, todavía con la pintura de recién comprados, ya lanzan globos sonda sobre lo que puede pasar y advierten que no se van a tocar determinadas partidas. Esto recuerda el principio de que cuando se dice que no se va a hacer algo sobre lo que no se preguntó, es que sí se va a hacer (recuerden cuando salía un ministro anunciando sin venir a cuento que no iba a subir la gasolina de la Campsa). Se deja caer como quien no quiere la cosa que la Seguridad Social, la Sanidad y la Educación son los grandes temas en peligro. Si leemos la letra pequeña la cosa pinta mal: se avecinan privatizaciones, se perderán derechos y acabaremos por derivar el bien público hacia el capital privado. Llegados a este punto podríamos hacernos la pregunta: En ese caso, ¿para que necesitamos un Gobierno? La verdad, deberíamos estar más pendientes de los juguetes de los Reyes, de las fiestas de engorde y resaca y de la tradición habitual. Pero no nos dejan. Dicen que es cosa de Europa, de Angela Merkel y Nicolás Sarkozy, dos personajes que, a lo mejor, el año que viene ya no están mandando ni en Europa ni en sus países. Son efímeros, como cualquiera en el poder. Pero mientras duran parece que se empeñan en complicar las cosas. El año empezó tan mal que parece que ni empezó, que no es más que un añadido del pasado. Ni siquiera las rebajas del comercio, adelantadas una semana para ver si se mueve el negocio, nos van a levantar el ánimo. Los hechos son tercos y ahí están. Nos lo explicarán pero no nos convencerán por mucho que nos hablen con su lenguaje económico y político. Entramos en 2012 igual que Dante en el Infierno, bajo el cartel de “Abandone cualquier esperanza el que aquí entre”. Que más da, ya estamos dentro y avanzaremos hasta el final, como la caballería inglesa en la batalla de Balaclava (ver Wikipedia), una masacre heroica e inútil promovida por dos políticos enfadados. Cuando escribo estas líneas (ésta, en concreto) acaban de anunciar nuevas medidas para cuando usted lea esta linea (ésta en concreto). Menos mal que también hay algunas noticias buenas: El año pasado bajaron los muertos en accidentes de circulación (muchos llevaban el cinturón puesto); las cajas de ahorros pueden ampliar capital sin convertirse en fundaciones (me quitan un peso de encima) y la venta de coches de lujo aumentó un 83 por ciento (no sé que significará, pero siempre es bueno una noticia positiva)

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